Los cambios en la ley nacional que permiten ya a zonas como la Madrila generar más ruido en el exterior de los locales de copas disgusta a los vecinos y deja indiferente a los hosteleros. La modificación introducida por el Gobierno supone un incremento de hasta diez puntos en los límites permitidos, a diferencia de la ordenanza municipal de ruido, más restrictiva y que, al ser de rango menor, tendrá que adaptarse a la normativa de ámbito nacional. Los nuevos registros son aplicables tanto en suelos de uso residencial como en los recreativos y de espectáculos.

En opinión de Miguel Salazar, presidente de la asociación de la Madrila, los cambios en la ley nacional de ruido del 2003 "no van a tener ninguna incidencia" en una de las zonas más concurridas de la movida. "La gente ya hace ruido por encima de los decibelios permitidos. Más no pueden hacer", opina Salazar que, aunque asegura "no estar conforme" con la modificación, reconoce que la problemática por las molestias en el exterior de los bares tiene difícil solución.

El presidente de la Madrila se pregunta "de qué sirve que un local esté insonorizado y que el 50% de su clientela siga en la calle haciendo ruido". Las soluciones, indican Salazar, pasan por que el ayuntamiento "sea escrupuloso a la hora de exigir el cumplimiento de la normativa", además de "campañas educativas para corregir el comportamiento de la gente".

SIN IMPACTO Sin embargo, César Martín Clemente, presidente de la Asociación Empresarial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur), cree que el ruido que se genera en la calle no es responsabilidad de los establecimientos y recuerda que los cambios en la ley "no tendrán repercusión económica en los bares".

Martín Clemente deja claro que la competencia para reducir las molestias en la calle es del ayuntamiento y subraya que "siempre habrá contradicciones entre ocio y descanso". Este portavoz sí considera que lo que tienen que hacer los empresarios "es reformar sus establecimientos" para adaptarse a las condiciones acústicas de su licencia y reitera que "lo que pase en la vía pública no es un problema de los hosteleros sino de la gente que esté en la calle".