El Secretario de la Federación Empresarial Cacereña, Pedro Rosado, lo tiene muy claro: "La crisis ha cambiado todo, no solo la economía, sino las relaciones sociales, los valores, las necesidades, la propia cultura..." Por ello, hay que adaptarse a la nueva situación, "o de lo contrario el empresario dejará de serlo". Y esta adaptación pasa sobre todo por dos cuestiones: innovar en el negocio y la internacionalización del mismo, "que no solo consiste en exportar productos al extranjero, sino en vender por ejemplo a través de internet, y eso lo puede hacer cualquiera", subraya.

La innovación es más que necesaria en los negocios de la capital cacereña, independientemente de su tamaño. Se trata de cambiar los sistemas de producción, de venta, el propio escaparate de la tienda, la iluminación, la ubicación de las estanterías, la forma de atender al cliente, crear un sistema de marketing asequible... "No hablamos de instalar un superordenador innecesario ni tampoco de seguir haciendo lo mismo de siempre. Innovar es hacer las cosas de otra manera, pero con un criterio, sentándose a pensar en la mejora de los puntos débiles y en el aprovechamiento de los fuertes respecto a los competidores", señala Pedro Rosado

Además, "la solución ya no está dentro, sino fuera", agrega el secretario de la FEC. Se refiere a la necesidad de que las empresas tengan un doble mercado en Cáceres y en otras ciudades, incluso en el extranjero, para conseguir mayor seguridad. "Si vuelve a caer la demanda interna, podrían disponer de un salvavidas en el exterior", matiza. Por ello, los negocios deben cambiar los procesos y empezar a pensar en otros mercados: el que pueda, exportando, y el que no tenga dimensión ni productos para ello, utilizando internet. "De hecho, llevamos casi un año con una balanza comercial positiva en España, algo que nunca había ocurrido. Entra más dinero del que sale, y ese dinero acabará llegando a la economía real", señala.

Además, la FEC considera que un sector básico como la agricultura cacereña necesita un gran impulso para lograr un cambio esencial: dar el paso a la elaboración. "Esto no quiere decir que todo el mundo tenga que hacer conservas, basta con utilizar ciertos envases, colocar los productos por tamaño... Al final, el negocio se acabará llevando ese valor añadido". Pedro Rosado recuerda que los campos cacereños generan productos "de altísima calidad y además en épocas tempranas que tienen mucha demanda en Europa".