Por fin comienza a ver la luz al final del túnel, pero le queda el último y definitivo paso. Sandra Jiménez García, una joven de 19 años de Madroñera, está ingresada en la unidad de Otorrinolaringología del San Pedro de Alcántara recuperándose de una parada cardiorrespiratoria que «la dejó muerta durante una hora», desvela su madre Felicidad García, después de que recibiera medicación para combatir su rara enfermedad, el lupus. Ahora, a pesar de que ha recuperado el funcionamiento de todos sus órganos, necesita ser trasladada a uno de los dos únicos centros que cuentan con rehabilitación neuronal en España para recuperarse por completo. Uno se encuentra en Barcelona y el otro en Guadalajara. En ese sentido, el Servicio Extremeño de Salud (SES) señaló ayer a este diario que se está gestionando su traslado a clínicas de referencia desde el primer día que la familia lo solicitó. Pero la joven sigue en el hospital cacereño.

La pesadilla de Sandra comenzó hace tres o cuatro años. «Empezó a fallarle una rodilla. Se caía a veces, le dolía el estómago, vomitaba, tenía dolores de cabeza, se quedaba rígida...», comenta su madre, que estuvo más de un año buscando una solución entre consultas ambulatorias y visitas a Urgencias. En la última, a finales de 2015, el diagnóstico que le ofrecieron los médicos del San Pedro de Alcántara fue derivar a Sandra a un psiquiatra. «Se llegó a quedar tan rígida que solo pasaba del sofá a la cama. Estaba todo el día acostada», cuenta Felicidad, que se negó a seguir las recomendaciones del centro cacereño y pidió una segunda opinión.

Felicidad, que hasta ahora no ha denunciado ni interpuesto ninguna reclamación, acudió al hospital Perpetuo Socorro de Badajoz, donde «el doctor José Luis Álvarez Vega nos dijo que era posible que mi hija tuviera lupus». Para confirmarlo le hicieron una analítica específica y, en efecto, dio positivo. Entonces, cuenta Felicidad, la recomendación médica que recibieron fue la de sustituir el tratamiento que ya seguía Sandra según le había recetado su médico de cabecera basado en corticoides, por uno de carácter biológico, el cual era mejor para su afección y conllevaba unos efectos secundarios mínimos. «Si acaso picores y vómitos, nos dijeron».

Así, en la siguiente consulta que pasó Sandra en Badajoz, en este caso en el hospital de día Infanta Cristina, la joven recibió la medicación Belimumab. «El 18 de enero estábamos citadas para que le suministraran la medicación. Le pusieron el goteo desde aproximadamente las 8.30 hasta las 11.0 horas. Antes le habían pinchado Pimperan y Polaramine». Esa mañana Sandra se derrumbó al suelo sobre su abuela al entrar en parada cardiorrespiratoria cuando apenas restaba medicación por entrar en su cuerpo y después de haber avisado que estaba sufriendo mareos y malestar general. «Lo dijo desde que empezó a entrar la medicación en su cuerpo. Vomitó dos veces, le trajeron un café y unas galletas que, evidentemente, no se pudo comer y cuando estábamos a punto de irnos se incorporó y se desplomó sobre mi madre tirando también el gotero al suelo», expresa Felicidad, que lucha por contener las lágrimas cuando recuerda esa mañana. «Los médicos llegaron rápidamente con un desfibrilador y dosis de adrenalina y se la llevaron a la UCI. Al cabo de una hora me dijeron que la habían conseguido reanimar».

Los primeros diagnósticos médicos preveían que Sandra no saldría adelante e incluso no podría respirar sola los días que le quedasen de vida, cuenta Felicidad. En cambio, poco a poco, la joven comenzó a encontrarse mejor, empezó a respirar por sí misma y, tras realizarle una traqueotomía, fue trasladada al San Pedro de Alcántara el pasado 13 de febrero, ya que requería de la atención de otorrinos, especialistas no disponibles en donde se encontraba. «Aquí ha recuperado todo el funcionamiento de sus órganos. Se da cuenta si hay gente con ella, si le hablas se emociona, te sigue con la vista...». Sin embargo, Sandra necesita ahora una rehabilitación neuronal, solo disponible en dos centros del país. «Quien le ha hecho el informe para trasladarla a esas clínicas ha sido una neuróloga que estuvo con ella tres minutos, y estando mi hija dormida. No creo que estén haciendo todo lo posible porque mi hija pueda ir allí».

A Sandra le queda aún por lidiar una batalla en la que el traslado que espera es su única oportunidad. Su madre no se cansará de luchar por él.