Unas 160 personas escuchan sentadas en los bancos de la concatedral de Santa María cada una de las once misas diarias que se celebran. Eso sin contar aquellos que permanecen de pie ni los que, sin participar en las homilías, entran y salen de la concatedral cada jornada. Multiplicado por los nueve días que dura el Novenario, la afluencia se dispara hasta, al menos, más de 20.000 personas que visitan Santa María. «Gente que no viene frecuentemente a la iglesia sí lo hace ahora», descubre Eulalio Acosta, cacereño, católico y director de la Coral Santa María de la Montaña que, integrada por 35 miembros, cantó este viernes y volverá a hacerlo el sábado a las 13.00 horas en la misa del ayuntamiento.
La tradición por la patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña, va más allá de la devoción. Son muchos los creyentes pero no pocos los no católicos que se acercan también en estos días a Santa María. Eulalio lo describe de una forma muy particular. «La Virgen de la Montaña es el cordón umbilical de los cacereños». Juan Jesús Tato, que acudió con sus dos hijos de cinco años, lo ve de una forma similar. «Hace una semana visitamos la Cueva del Conejar y hoy venía con mis hijos a visitar la exposición, que está en el Museo de Cáceres», explica Tato, que no suele acudir a Santa María pero ayer, «al pasar por aquí», el ambiente le llamó la atención a sus dos hijos de cinco años. «Hemos entrado a ver a la patrona de Cáceres, no tanto por creencia religiosa sino por cuestiones de idiosincrasia de la ciudad. Un poco para que los niños conozcan una tradición que forma parte de creencias que hay que respetar», desvela. Cómo él, también Victoria, cacereña de 25 años pero atea, acude para prestar acompañamiento a su tía, que sí que siente devoción por la Virgen. «Sola no suelo venir, no soy creyente, pero sí que lo hace mucha gente. Yo creo que más por una cuestión de costumbres que por catolicismo, aunque respeto las creencias de cada uno y creo que el Novenario es bueno turísticamente para la ciudad», señala. Precisamente, turistas de diferentes partes del país y también del extranjero, la mayoría agnósticos, se sienten atraídos por el magnetismo de Santa María. Es el caso de Andoni, de Alcalá de Henares, que ayer se acercó con su hijo y su pareja.
El manto que vio Andoni fue el número 40, de damasco blanco, tejido con sedas de colores e hilos de oro y plata. No obstante, el delantal de la patrona, en el que aparecen motivos de arbolitos y ramos de flores, pájaros y rosas, es de un tejido diferente. Veremos el de hoy.