Fernando nació el 1 de octubre, pesó 4 kilos y dicen sus padres, Pedro Sosa y Ana María Generelo, que "se porta estupendamente". Ayer acudieron a Santa María para presentar al pequeño a la Virgen de la Montaña, "para que lo proteja y lo cuide, para que siga creciendo sano".

Fernando formaba parte de los más de 500 niños que ayer se sumaron a uno de los actos más tradicionales del novenario. La presentación de los niños nacidos durante el año a la Santísima Virgen de la Montaña se celebra en la concatedral desde hace más de 20 años. El impulsor de la iniciativa fue José Antonio Fuentes, deán y presidente del cabildo, inspirado en la Virgen de la Calle, patrona de Palencia, su ciudad natal, donde existe un acto mariano semejante.

Y aunque desde tiempo inmemorial los cacereños acuden al santuario a ofrecer a sus hijos a la Virgen (su entrada en el camarín les está expresamente permitida por la Real Cofradía), lo cierto es que la presentación en el novenario es más reciente pero no por ello menos devota.

El acto rememora la costumbre judía de presentar a los niños en el templo de Jerusalén. A lo largo de los últimos años Fuentes ha visto la fe de cientos de madres --algunas alumnas suyas del Sagrado--, la emoción con la que todas ellas viven este momento que siempre comienza de la misma forma: una lectura de un texto del Evangelio, asperjado de agua bendita con el hisopo recordando el bautismo, y peticiones en favor de la protección de los niños del mundo.

Seguidamente, los padres, con sus hijos en brazos, suben al altar mayor, donde el deán antes de hacerles la señal de la Cruz en la frente dice a los pequeños: "Por intercesión de la Santísima Virgen de la Montaña, el Señor te bendiga a ti y a toda tu familia".

Ayer este rito volvió a repetirse. Junto a Fuentes estaban el mayordomo de la cofradía, Joaquín Floriano, (que ningún año falta a la cita), el vicehermano mayor, Antonio Fernández Borrella, y el vocal tercero, Alberto Gómez Saucedo.

La Virgen, decorada con gerberas, lilios y claveles de color naranja, portaba un manto estampado con guirnaldas y confeccionado con un vestido de tornaboda donado por Carmen Garrido y Carreño de Carvajal. Bajo ese manto pasó Claudia, nacida el 23 de febrero de este año, que pesó 3,50. La acompañaba María Polo, su madre, Isabel, su abuela, y Angela, una amiga.

También lo hizo Esperanza, hija de Gema y nieta de Rafaela, nacida el 2 de febrero, con 3 kilos 100. "Ella es lo mejor que me ha pasado en la vida. Salimos del hospital y lo primero que hicimos fue llevarla al camarín y bautizarla en San Juan, con su Virgen de la Esperanza", decía Gema. Entretanto, Juani y Paco lucían con orgullo a su nieta Silvia de 9 meses, y Pedro y María Jesús lo hacían con su hija Claudia, de 5.

Mientras, a las puertas de Santa María la brigada de Jardines se esmeraba en la instalación del arco floral con la imagen de la patrona. "¡Mamá, mira qué señora tan guapa!", decía un niño al ver la instalación. Sobre una barandilla un grupo de muchachos observaba con interés a la brigada hasta que el más avispado preguntó a uno de los operarios: "¿Y los ojos de la Virgen?". "Los ojos de la Virgen son unas leds ", respondió el brigada. "¿Unas leds ?", volvió a preguntar el chaval, ávido de curiosidad. "Sí, niño, unas leds , unas bombillas chicas".