No habrá inauguración oficial, lo mismo que pasó con el párking de Galarza, pero a partir de mañana entrará en funcionamiento el sistema de restricción del tráfico en todo el recinto intramuros. Sólo los residentes y los dueños de negocios y cocheras, además de la carga y descarga, podrán circular con sus vehículos. Hasta el pasado jueves se habían dado 248 tarjetas, necesarias para se bajen los pivotes instalados en las dos únicas entradas al recinto (la tercera es para las Piñuelas), y se continuarán repartiendo entre los que acrediten que residen en la zona.

Esta restricción es una promesa electoral del gobierno local. Hubo un precedente durante el segundo mandato de Sánchez Polo, pero cuando José María Saponi accedió a la alcaldía reabrió lo cerrado por su antecesor, y dijo que no se limitaría el tráfico hasta que se diesen las condiciones necesarias con alternativas para estacionar. De esos aparcamientos, sólo se ha hecho el de Obispo Galarza, y su construcción es lo que facilita que ahora se recorte la circulación de vehículos.

El gobierno ha tardado dos años en acometer este proyecto, que ha costado 360.000 euros y que se financia con fondos del Plan de Excelencia Turística. La previsión inicial era empezar en enero del 2002, pero en este tiempo se ha negociado con los residentes, que en sus alegaciones al proyecto ofrecieron hasta dieciséis argumentos para oponerse, se han introducido cambios, ampliándose la zona de restricción, y se han estado haciendo pruebas, detectándose deficiencias, que se han intentado corregir antes de las entrada en funcionamiento de la que, junto a Galarza y el Rodeo, es una de las principales obras de la legislatura.