Ha toreado más de 100 corridas, ha paseado su palmito por las plazas más importantes de España, Francia y América, ha saboreado el dolor de la cornada y la gloria del triunfo. Manolo Bejarano movió con garbo torero su capote y sacó a EL PERIODICO por la puerta grande.

--¡Cuánto tiempo ha pasado desde aquella primera cornada!

--Pues han pasado unas pocas de primaveras, pero bien pasadas porque he crecido y he madurado como persona y como torero. Y bueno, han venido algunas más, pero también han venido triunfos y cosas muy bonitas.

--No la olvidaré, fueron sus comienzos y también los míos...

--Pues sí, los tuyos profesionales y los míos, también profesionales, pero un poquito más trágicos.

--¿Sabe que si yo fuera mujer ahora mismo sería la envidia de un montón de chicas?

--¡Tampoco es pa tanto! No te creo, te crece la nariz (risas).

--Lo digo porque en el albero, y en ropa interior, me parece aún mucho más torero...

--Torero tengo que parecer hasta disfrazado de payaso.

--Y aprovechando este original vestuario no puedo dejar de preguntarle: ¿Bejarano, qué esconde tras el boxer?

--Cojones, por lo menos los justos para vestirme de torero y enfrentarme a los toros y a la vida, que también hay que echarle cojones.

--Envidio su temple, la tranquilidad que transmite mientras habla, ¿cuál es su receta?

--¿La receta? Sobre todo constancia y creer en tus posibilidades. Yo siempre he creído; y sé que soy capaz de pegarle 20 naturales a un toro mejor que muchos que están toreando 50 o 60 corridas de toros hoy día.

--¿Manolo, cuándo dejó de importarle el qué dirán?

--Nunca me ha importado el qué dirán. Nunca he tenido que esconder malos rollos ni nada malo, soy un tío muy transparente y creo que lo que digan de mí es para bien.

--¿Ha vivido noches golfas?

--Uuuuufff . Unas pocas, pero sanas y en torero.

--¿Existe algo más sublime que revestir delicadamente a una mujer?

--Tú lo has dicho. Eso es algo sublime, pero hay cosas también en la vida tan grandes como esa.

--¿Y nunca le dijeron ellas: ¡Ay, con lo valiente que eres en el ruedo y lo asustado que te has quedado en mi cama! ?

--¡Eso no me lo ha dicho nadie! (Carcajadas).

--¡Qué hacha!

--(Continúa riendo a carcajadas).

--¿Es de bolero o de pasodoble?

--Soy más de merengue y de flamenco, ni boleros ni pasodobles.

--¿Qué es el miedo escénico?

--Lo he tenido y lo tengo en la plaza de Madrid. Me ha podido quizás la responsabilidad, pero no soy el único torero que tiene ese miedo.

--Debutó con 15 años, o sea que a usted la polémica de los niños toreros le resbala...

--Pues sí. Dar en tu mente ese paso de que quieres ser torero es algo muy serio y muy de hombre, aunque tengas 15, o 14 años.

--Y desde aquellos 15 años ¿qué queda de su anatomía?

--Más que quedar me hace falta... Me hacen falta muchos tejidos, sobre todo en mis piernas, por lo que me han castigado los animales. He cambiado en mi mente, en mi forma de pensar, en mi madurez.

--Llega la Feria de San Fernando ¡y no sabe cómo me apena no verle en el cartel!

--Son 11 años toreando todas las ferias de San Fernando consecutivamente excepto en el 2004, que también me quedé fuera. Y es una pena, y estoy muy triste porque no estoy en los carteles, porque creo que debería estar, no solo por ciudadano de Cáceres, por ser el único matador que está en activo en Cáceres, sino porque creo que lo he demostrado durante todas las tardes que he toreado. Y uno tiene derecho a torear en su tierra siempre y cuando respondas en la arena, y yo, de las 20 tardes que he toreado en Cáceres, 17 he salido a hombros y en tres ocasiones por la puerta de la enfermería. También estoy contento por la presencia de Talavante y Emilio, son muy amigos míos, los respeto. Me interesa la feria solamente con estos dos nombres, lo demás no me interesa nada.

--Su presencia hubiera sido una forma de hacer capitalidad, porque creo que para hacer la ciudad del 2016 hay que contar con los cacereños...

--Es obvio. La mayoría de toreros que van a San Isidro son de Madrid, en Sevilla están los sevillanos, en Bilbao los del norte, en Pamplona igual, en Badajoz, primero los pacenses. Pero el cartel está hecho y la feria está hecha y lo único que deseo es que nuestro torero Emilio tome la alternativa muy feliz.

--¿En qué momento un torero se dice: es hora de irme y lo haré por la puerta grande?

--Cuando la ilusión se va, cuando te despiertas por las mañanas y no andas y no piensas en torero.

--Y ahora se hace empresario...

--Quiero hacer unos pinitos, pero antes que empresario, ante todo y por encima de todo, soy torero.

--¿Y esa es su salida por la puerta grande?

--Mi salida por la puerta grande es ver a mi hija crecer.

--¿Cuando fue la última vez que pensó: ¡coño, me siento en el paraiso!?

--(Carcajadas) ¡Es que...! (sigue riendo) ¿La última vez...? (hace una pausa, sigue carcajeando) ¡Cambia la pregunta, macho!, ¡Ay!, (se pone serio): Me siento en el paraiso todas las mañanas al lado de los seres que más quiero, que son mi mujer y mi hija, al margen de eso, me he sentido en el paraiso multitud de veces.

--Y como entre nosotros dos hay confianza, ¿me dedica unos pases, maestro?

--A tí te dedico unos pases, te dedico una faena, no una faena, una tarde entera, e incluso con la puerta grande abierta.