Su viaje musical le trae de nuevo a Cáceres donde el sábado presenta su disco Saldremos a la lluvia . En un receso de la gira, y desde el coche, Manolo García regaló a EL PERIODICO esta entrevista.

--No olvidaré un concierto suyo memorable en la plaza de toros de Almería, en plena gira de ´Como la cabeza al sombrero´ ...

--Todo el periplo ha sido un viaje muy extenso en conciertos, en giras, en discos... Justo ahora Emmy nos ha pedido que quieren volver a bajar nuestros discos, incluyendo un pequeño libro, con fotos, detalles... Tengo una idea positiva de esa época, con giras muy intensas, con una gran entrega tanto por parte nuestra como del público. Fue un aluvión de acontecimientos y muchos de ellos los recuerdo como una nebulosa.

--Desde entonces ´En los árboles´ es una de mis canciones favoritas, de esas que te acompañan el resto de tu vida...

--La letra de esa canción es mía. En esa época Quimi y yo hacíamos un equipo de trabajo muy completo. Recuerdo que trabajábamos en una tornería, estaba abandonada y nos la habían alquilado como local de ensayo. Era una nave industrial, sucia, ruidosa, llena de grasa, y en aquel rincón nos poníamos a componer. En la calle de abajo había una cafetería y allí hice esa letra y la de ´Como la cabeza al sombrero´ , en una servilleta de papel. Subimos luego al local, y en una pequeña grabadora que teníamos, bastante primitiva, grabamos las canciones.

--Una de las estrofas decía: "Que corriéramos campo a través, a la luz de los fulgores del alba, y que hiciésemos cabañas en los árboles..." Parece que sus referencias al medio ambiente son una constante, no una moda, ni una pose oportunista...

--Hay algo más profundo que eso. Esa percepción del medio ambiente la he tenido desde niño: me llegaron los efluvios de Mayo del 68, esa necesidad de cambiar. No soy una persona inmovilista, tengo curiosidad por descubrir los millones de recovecos que tiene la vida en este planeta. Nuestro sistema social está basado en el alejamiento de la naturaleza y en martillearla en una dirección más que dudosa. Porque una cosa es la agricultura, una forma razonable de utilizar el medio ambiente, y otra es lo que ocurre en nuestra sociedad: queremos cosas absurdas que no nos hacen falta para nada. El adocenamiento en el que estamos entrando de la mano de los gobiernos, de la mano de este sistema social, de este capitalismo, hacia un consumo voraz me asquea bastante, me parece un gran engaño. Leía el otro día un artículo sobre niños que se suicidan, es terrible, inconcebible, nunca había pasado. Las vidas urbanitas en esta sociedad industrial llevan a veces a callejones sin salida. La vida rural es muy diferente, con un horizonte muy esperanzador porque la naturaleza es la madre y es la que da la vida. Y siempre he pensado así, desde que me llevaba mi abuelo al campo, eso se me quedó para siempre y es mi tabla de salvación en este mundo que nos toca vivir.

--¿Lo que pasó ya no existe?

--Existe la memoria. La infancia ha sido mi patria, ha sido una huella indeleble que te marca y sirve de puente, aunque ya no esté ahí. Pero puedo viajar a ese pasado que ya no existe pero que aún me alimenta, por suerte.

--¿Qué opina de la crisis?

--Me parece que vivimos en un mundo muy injusto y curiosamente los elementos que provocan las crisis son los que también se benefician de ellas, un sector mínimo de la población que se enriquece a base de las necesidades ajenas. ¿Cómo no va a haber crisis si un español gana de sueldo medio 180.000 pesetas al mes y un piso vale 60 millones? Sigo sin entender que toda la economía de un país esté basada en enladrillarlo todo, en asfaltarlo todo y en ser esclavos del petróleo.

--Ahora llega a Cáceres, una ciudad que apuesta por la música y aspira a ser capital cultural de Europa...

--Cáceres es uno de los rincones de los que van quedando pocos en esta península. La ciudad merece esa nominación porque en España hay siete u ocho ciudades magníficas y Cáceres, evidentemente, entraría en esa lista.

--Después de tres años edita disco...

--Ha sido esa aventura que me he regalado: buscar sonoridad nueva, espolvorear mi música con un azúcar nuevo, para que el dulce tenga otro barniz y otro color.

--Entonces hace lo que le gusta, no lo que le gusta a su discográfica...

--Hacer canciones porque lo pide un contrato discográfico, porque ya toca, debe ser horrible. La labor de creación lleva una autenticidad, un sello, si no no estás creando, estás clonando y yo no tengo interés en copiar o en clonar a nadie, sería indigno. Lo más importante no son las ventas sino dejar hecho un trabajo emocionante y diferente. Que aporte, que tenga poesía.

--Dice usted que a veces nuestras vidas acumulan mugre...

--Entiendo que sí, esa inocencia, esa mirada limpia con la que llegamos al mundo se va enturbiando. Las relaciones humanas son a veces bastante crudas. A veces pasan los años y vas metiéndote dentro de la alfombra.

--A mí también me lo parece cuando veo jueces que imponen multas raquíticas (caso Mari Luz), chapapotes que ensucian nuestros mares, aviones que se estrellan mientras los responsables salen huyendo...

--Estamos absolutamente de acuerdo, creo que la sociedad moderna tiene mucho que aprender de culturas antiguas, de los mares del sur, de las tribus del Amazonia, de grupos humanos que se rigen al hilo de la razón, del sentido común, del no dañar al prójimo.

--Por suerte, siempre hay razones para salir a la lluvia...

--No debemos olvidar que todos somos seres humanos, tenemos muchísimas carencias y ahí está también la gloria de la existencia. Lo bonito debe ser llegar al final habiendo sabido rectificar.

--Gracias por haberme concedido esta entrevista: un regalo que llevaba soñando desde aquel concierto en Almería...

--Gracias a usted, estaré encantado de que venga a mi concierto. Y para terminar, un mensaje: Extremadura es una comunidad cojonuda, tenemos la obligación de cuidarla.