Forman parte de la quincena de voluntarios de Cruz Roja que durante tres noches a la semana --lunes, miércoles y viernes-- recorren la capital cacereña para atender a las personas que viven en la calle. José Luis Criado, 65 años, y Francisco José Bernal, 35, reparten mantas, bebidas calientes y bollos entre los que aceptan su ayuda en la soledad de estaciones y cajeros automáticos. "Lo importante es tener empatía con ellos. Hay que intentar dejar a un lado lo negativo", explican.

Su labor no es fácil. Intervienen entre las 21 horas y la una de la madrugada, atendiendo a personas que se han ido de casa, tienen problemas con el alcohol o las drogas, o simplemente, han optado porque la estación de autobús sea su refugio. Conversar con ellas e informarles de que pueden dormir bajo techo se convierten en las principales funciones de estos voluntarios, que encuentran perfiles de distintas edades y problemáticas.

Montados en una furgoneta de Cruz Roja realizan una ruta casi habitual porque, dicen, las personas en esta situación suelen pernoctar en los mismos sitios: acostadas en tres o cuatro cajeros del centro o metidos en una estación hasta que cierran. A Francisco José Bernal, un madrileño licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, la experiencia de cada noche le ha enseñado que siempre "hay personas que lo están pasando peor que nosotros". La mejor lección se le dan en la calle.