Allá por el siglo XVII, Francisco Paniagua recorría la villa de Cáceres con una imagen de la Virgen de la Montaña implorando limosna para una capilla. Aquel gesto se convirtió en tradición y miles de devotos acuden cada año al besamanto de la patrona, que se celebrará los días 1 y 2 de mayo. Sin embargo, muchas personas mayores, impedidas o enfermas lamentan no poder desplazarse hasta la concatedral, por ello, un equipo de voluntarios de la cofradía y de las distintas parroquias acercan los mantos de la patrona a estos hogares durante todo el novenario.

"Las familias se ponen en contacto directamente con la cofradía en la sede o en Santa María durante el novenario, o bien con las distintas iglesias de la ciudad", explica Basilia Pizarro, cofrade y coordinadora de esta iniciativa. Hay diversos mantos distribuidos por las parroquias para que los voluntarios puedan llevarlos a las casas, y en la propia cofradía otro equipo se encarga de hacer lo propio por los distintos hogares y residencias de mayores como Geryvida o la Asistida, donde estarán el próximo jueves.

Mientras tanto, en la concatedral continúan las visitas multitudinarias. El sacerdote Antonio de Jesús afirmó ayer que cada día reparte unas 200 comuniones solo en la misa de 12.00 (hay diez eucaristías por jornada). "La Virgen es un pilar de protección y un modelo de vida cristiana, por eso recibe tanta devoción", explicó el religioso.