Su padre le enseñó a los 11 años a tocar la guitarra flamenca y, desde entonces, se ha convertido en su compañera inseparable. A sus 36 años, Manu Herrera ya se ha hecho mayor y tiene listo su segundo disco, titulado Waiting for the rain , que verá la luz el próximo 17 de diciembre en la presentación oficial en el Gran Teatro.

Con el instrumento que encargó al lutier holandés Jasper Boerma, este músico nacido en Miajadas alterna su carrera en solitario con grupos como The Funkesteins y Blackbirds. A diferencia de Colours , su primer disco editado en el 2004, el nuevo trabajo supone un paso adelante en la evolución de este artista que apuesta por diez temas instrumentales, pero "huyendo de la virtuosidad para que sean melodías cantables" con aire rockero, dice.

No olvida Manu Herrera los guiños al funky de los 70, a la música disco de los 80, al blues o las baladas. "Es un disco muy ecléctico", asegura, orgulloso de haber logrado sacar adelante "esos paisajes sonoros", como define sus canciones.

Con colaboraciones

Excepción en una panorama de grupos y solistas que sí interpretan sus canciones, el guitarrista sostiene que "su voz" es el instrumento que le acompaña adonde va. Esa guitarra eléctrica, de la marca Aspe Guitars, está hecha a medida por Boerma, igual que para The Edge, del grupo U2, o su compatriota holandés Jan Akkerman.

Pero además de los punteos de Herrera, en el nuevo disco también suenan la batería de David Hyam, el bajo de Rubén Rubio y Jesús Escribano o los teclados de Alvaro Rodríguez, que también ha hecho las mezclas. A todos ellos se unen las voces de José de Castro y Juanjo Cortés.

Herrera quiere viajar con su disco, pagado de su bolsillo, a partir de enero por todas las salas que pueda. Ya tiene planes, por ejemplo, para irse a Holanda. "Aunque mi música no es comercial, en los directos tiene muy buena acogida. Da igual el público que tenga", asegura.

De formación autodidacta y convencido de que "es más fácil acompañar a otros músicos que tocar solo", Herrera afronta el reto de continuar con su proyecto en solitario "porque le genera unas sensaciones especiales y una conexión diferente con el público". Añade que admira a otros guitarristas "por la musicalidad más que por el virtuosismo" y tiene claro que, por encima de todo, "la música tiene que transmitir". Una lección que aprendió bien en cada solo de guitarra.