Arquitecta en Almería y escritora por pasión, presenta hoy su nuevo libro en el colegio de Aparejadores a las 20 horas

--'Tren de lejanías' es la historia de una búsqueda. ¿Qué ha hallado escribiéndola?

--Supongo que las ganas de seguir buscando, así, en general. Y eso para mí es muchísimo.

--¿Tiene usted algo de Elena, la protagonista que busca a su marido en el libro?

--Los protagonistas de las historias que una compone siempre tienen algo del ADN de quien los teje. Elena tiene de mí el coraje de no achantarse ante el 'no' del mundo.

--¿Cómo concibe el amor? En el libro late fuerte...

--El amor, ay el amor... Está sobrevalorado en el mundo femenino. Es parte del mensaje.

--¿Cómo es esa Europa?

--La Europa de Tren de lejanías son dos: una del viaje de ida, bella, moderna, ordenada, que dan ganas de comérsela y otra de vuelta, caótica y feroz que pretende comerse al mundo.

--Por cierto, ¿por qué quiso ser novelista en sus ratos libres?

--Siempre quise tener que ver con el arte de manera activa, forma parte de mi personalidad. Lo de arquitecta técnica es mucho más fortuito. Pero no me va mal la combinación, no me quejo.

--¿A qué le ha ayudado?

--A ser mucho más feliz. El arte estaba dormido en mí en medio de todas las obligaciones que me llevaban por los pies para ser una mujer de provecho. Cuando decidí perseguir mi sueño de contar historias e intentar emocionar, apartando a manotazos lo demás, algo mejoró sustancialmente.