Celadora de día, camarera de noche. Maribel Corrales, mítica de La Madrila, recibirá el sábado en Sala Barroco su merecido homenaje. Días antes del cierre de una etapa cuenta para EL PERIODICO cómo vivió tras la barra.

--¿Qué le hubiera gustado ser?

--¿Sinceramente? Me hubiera gustado ser como mi padre: hija del cuerpo de la Guardia Civil.

--Pero en su época aquello sería absolutamente impensable...

--Claro, por eso, como no quise estudiar y estaba en el colegio Cristo Rey, me quedé con las monjas, ayudándolas en las labores, en la cocina...

--Y tuvo una infancia feliz...

--Sí, recuerdo a las monjas, siempre quería estar con ellas... Vivíamos en la calle Caleros. Tenía muchas amigas, nos llevábamos como hermanas.

--¿Qué pasó luego?

--Me eché un novio, me quedé embarazada a los 19 años...

--¿Cómo era quedarse embarazada a esa edad en Cáceres?

--Un número mu gordo. Yo quería morirme. En mi casa cayó fatal, muy mal, pero luego lo asimilaron. Con 20 años me casé y tuve un hijo maravilloso, que es lo más grande que tengo en este mundo. Se llama Rubén Rubio Corrales. Y ahora tengo un nieto.

--Y un buen día se mete en el mundo de la noche...

--Así es. Empecé a trabajar en una taberna inglesa en La Madrila. Allí serví mi primera Coca-Cola.

--¿Cómo fue aquella primera Coca-Cola?

--Muy difícil. Ahora comprendo que poner una Coca-Cola la pone cualquiera, lo difícil es comprender, entender y tener mucha paciencia para atender al cliente.

--Y así se convirtió en una mujer metida a camarera en La Madrila de los 80...

--Sí, pero me dí a respetar. Porque yo les registraba hasta los bolsillos cuando no me pagaban. A veces tenían, a veces no tenían. También los fiaba porque algunos eran muy buenos clientes. También he acompañado a algunos al coche, los he metido en el taxi y hasta lo he pagado... Comento anécdotas pero no digo nombres.

--Normal, detrás de una barra hay que ser siempre una señora...

--Ahí está.

--Es como ser cura...

--Así es. Secreto del sumario. Como yo digo: asuntos propios.

--Luego montó el pub Maribel...

--Fue en el 85. Era el pub Ebano de Fernando Prado, se lo cogí en traslado, lo reformamos entero.

--¿Cómo era el pub Maribel?

--Mucha alegría. Ponía carreras de motos, de coches, vídeos musicales de Doors --que me encantan--, los Dire Straits --que fui a verlos a Francia--, ACDC...

--¿Y usted bailaba?

--La Tina Turner, como las locas.

--Claro, porque a usted Pepe Higuero la enseñó a bailar rock... --Yo era muy joven. Mi amigo Pepe entonces trabajaba en la radio y era dj de Faunos, pero cuando eran otros Faunos. El baila muy bien rock and roll y me enseñó. De hecho, años posteriores bailé para La juventud baila , de Aplauso y gané el primer premio, con Daniel, el dueño de la joyería Chess.

--¿Y después del Maribel?

--Estuve en la piscina de La Cañada, en el Yoyó con Adrián Casado hijo, primero, y con Manuel Fragoso Medina, después. Y de ahí al Por Ejemplo, con Paco y Juan Luis. Estuve casi tres años. También pasé por La Cuerda con mi amiga Inés, por El Cuarto Los Cabales con Juan Borrasca... En La Cancha estuve nueve años. Allí tuve un hijo adoptivo, Marce, que le quiero muchísimo, para mí es como un segundo hijo. El me enseñó a bailar salsa.

--Y ha dejado la noche...

--El dueño de La Cancha, el señor Feliciano, dijo que lo quería vender. Porque empezó a bajar, como bajó La Madrila.

--¿No va a volver?

--Bueno... tengo mucho mono.

--Usted ha vivido la época dorada y la debacle de La Madrila...

--En los años 80 La Madrila era muy bonita, todos los días salía la gente. Pero ahora, la mayoría de los estudiantes se han ido fuera. Antes llegaba gente de todos sitios, de Madrid, de pueblos, hasta de Valencia. Y de golpe y porrazo te lo quitan, de ahí viene la bajada. Y La Madrila está muerta, tanto que antes se abría todos los días y ahora me da pena entrar por ese barrio.

--Aunque ahora en La Madrila hay bares donde gente del mismo sexo se quiere...

--Como he vivido tantas cosas, tantas, a mí no me asusta. Las madres que tengan hijos o hijas homosexuales me gustaría que los entendieran, que los apoyaran, porque algunos sufren mucho.

--¿Le han tirado mucho los tejos detrás de la barra?

--Alguna vez que otra, pero yo siempre en mi sitio. No he querido meterme en historias de esas.

--¿Y cómo hacían los hombres para tirarle los tejos?

--Te insinúan, porque guapa no soy, soy resultona. Pero es que yo paso, mis novios son todos los novios de Cáceres, esos son mis novios. Mi satisfacción es que me quieran y querer, no pido más.

--Y, claro, se habrá encontrado con un montón de borrachos...

--Uuuff... Si a muchos no los conozco por su nombre. Los veo y les digo JB con Limón, JB con Coca-Cola...

--¿Algún cura ha ido a alguno de sus bares?

--Poquitos, pero alguno.

--¿Cómo es un cura en la barra?

--Se toman un refresco, alguno una copa, incluso un chupito, es que yo soy más de chupito...

--Hábleme de Sabina...

--Estuvo en el Yoyó desde las seis de la mañana hasta las doce menos cuarto de la mañana.

--¡No jorobe!

--El me decía: Es que la señora esta no acepta que la invite a nada ni que le dé propina . Y yo le decía: Tú eres uno más .

--¿Se considera afortunada?

--Sí, porque vivo mucho de mis recuerdos.

--Una anécdota para cerrar...

--Todos los antiguos la repiten y recuerdan. Era mi cierre en el pub Maribel: Vayan bebiendo que nos vamos yendo, vayan acabando que nos vamos marchando y..., en tono más alto concluía: Y vayan pagando que vamos cerrando .