Las consecuencias del acoso en la pubertad y la adolescencia comienzan a repercutir también en las relaciones de parejas incipientes, desde los 12-13 años hasta los 15-16. Tienen un alto porcentaje de estos patrones dañinos, como intolerancia, posesividad y frases del tipo "no te consiento que...", "si quieres estar conmigo no te puedes poner esa ropa..." o "mira a ver con quién sales", todo ello siguiendo unos comportamiento que han percibido desde niños en la sociedad.

"En definitiva, hay muchas más barbies que se dejan llevar por el machito de turno, que para colmo quiere una chica en exclusiva que no haya tenido relaciones anteriores, porque eso para ellos tiene un nombre", lamenta Guadalupe Andrada, presidenta de la Fundación Inpa-Framaguad, que también ofrece tratamiento gratuito a parejas de 13 a 21 años que sufren estos problemas, y trabaja la prevención de los factores de violencia e intolerancia desde las propias aulas de instituto y colegios. "Se trata de una vuelta a viejos comportamientos desterrados, y eso que la mujer encontró su sitio, que es el que debe tener cualquier varón o mujer en el mundo. Ahora mismo existen más niñas alienadas de las que ha habido en las décadas anteriores", afirma la psicóloga.

Todas estas pautas se maman de internet, de los programas de televisión, de las revistas y también de las canciones de moda que los jóvenes escuchan una y otra vez. "Tenemos muchas letras recogidas que hablan continuamente de los celos y los consideran imprescindibles para una pareja que se quiere, que excusan ciertos comportamientos en nombre del amor verdadero..., letras en definitiva que confunden el cariño con el abuso", subraya la responsable de la fundación Inpa-Framaguad. En este contexto, un número inquietantes de chicos no entienden que una joven haya tenido relaciones anteriores que no han prosperado, e incluso las chicas se dejan llevar por este sentimiento de culpa y se sienten responsables de ello y fracasadas.

"Cuando eso no se encauza, nos encontramos con personas de 19 años que aborrecen las relaciones sexuales porque han estado sometidas durante años, o con baja autoestima porque se ha abuso de ellas desde la adolescencia", advierte la psicóloga, que recomienda un entorno familiar cercano para que los jóvenes puedan desahogarse.