Han tenido que pasar 17 años pero los cacereños y los turistas ya pueden disfrutar del yacimiento arqueológico del Palacio del Mayoralgo, hallados en 2001 durante una rehabilitación del inmueble y que reflejan el pasado romano, musulmán y cristiano de la capital cacereña. Ayer comenzaron las visitas guiadas --hasta siete--, que continuarán el sábado que viene y a través de las que se puede conocer parte del origen de Cáceres, ciudad fundada en la época romana, concretamente en el año 34 a.C. bajo el nombre de Norba Caesarina.

Todas las ciudades tienen un hilo conductor y el de Cáceres es el agua. Para entender la historia cacereña, lo primero que hay que ver en el Mayoralgo es la estructura que se ha interpretado pertenecía a una casa romana particular o a un espacio público. Bajo el salón de actos de la Fundación Liberbank se observan algunas de las primeras estructuras que se levantaron en la ciudad, en concreto dos brocales de pozo de hasta cinco metros de profundidad. Al no contar con río, en Cáceres son abundantes los aljibes, los pozos y las cubiertas vencidas para almacenar el agua y estos dos pozos servían para abastecer al hipocausto --termas o actuales saunas-- contiguo.

El hipocausto era utilizado abastecido por un horno de leña que calentaba el agua, provocando el vapor y logrando el efecto de las saunas que conocemos hoy en día. En este sentido, a igual que con los brocales de pozos, algunos investigadores interpretan que estas termas no eran privadas, sino de uso público. El problema es que al no verse otras estructuras perimetrales no se puede saber con exactitud si los restos encontrados pertenecían a un particular o a un edificio de uso público.

Junto a las termas también se puede contemplar lo que se ha interpretado como un ninfeo, un lugar de culto a divinidades salutíferas ya que durante las excavaciones en 2001 se encontraron monedas y objetos de valor en el agua. Una tradición que lleva realizando el hombre durante casi 3.000 años. No obstante, tampoco se descarta que se tratara de una especie de piscina o fuente pública.

Época islámica

Todo ello pertenece a la época romana. De la etapa islámica durante las excavaciones solo aparecieron algunas cerámicas y fosas de expolio, que los musulmanes utilizaron para sacar la tierra y construir la muralla que se conserva hoy en día. Los musulmanes utilizaron Cáceres como una punta de lanza para atacar a Castilla, León y Portugal. Entonces Cáceres no era una ciudad, era una fortaleza.

Por último, la herencia cristiana dejó la base de un torreón, que es otro de los elementos más curiosos del yacimiento. Alfonso IX de León conquistó la ciudad en el año 1229 y sufrió un reacondicionamiento total. Se empezaron a amortizar estructuras y a aterrazar y desterrazar diferentes terrazas como la plaza Santa María, San Jorge y San Mateo. Así, los restos que se aprecian corresponden a uno de los dos torreones que tenía la Casa de Mayoralgo. Luego por todos es conocido que Isabel La Católica cortó las torres, las desmochó. Entonces fue cuando se construyó la casa renacentista del siglo XVI, que luego fue reformada en el siglo XVIII, estado que conserva actualmente.

El Mayoralgo descubrió ayer sus secretos, guardados durante 16 largos años, y los visitantes que los contemplaron se marcharon satisfechos. «No me lo esperaba así, sabía que tenía mucha importancia pero venir con un guía oficial te complementa mucho más todo. Esta muy interesante», apuntó ayer Juan Carlos Amarilla, que junto con Emilio Petrón se quedó con ganas de volver. «Quizás sea un poco corto, seguramente porque todavía están experimentando con las visitas guiadas. El espacio es un poco pequeño y sería interesante hacer visitas con grupos más reducidos o recorridos más duraderos, pero merece la pena venir», añadió.

El sábado que viene, día 23, los que quieran conocer más sobre la historia y el origen de Cáceres tendrán una nueva oportunidad.