Caja Extremadura ha sabido evocar simbólicamente el pasado con el presente y ha tenido la valentía de devolver el esplendor a uno de los edificios medievales más representativos de la ciudad monumental: el palacio de Mayoralgo, un magnífico inmueble del siglo XIV que, gracias a una profunda obra de remodelación, es desde hoy sede institucional de la entidad financiera.

Propiedad de los Mayoralgo, familia de la nobleza cacereña, fue en 1992 cuando el edificio se vendió a la Agencia Tributaria para instalar la sede del Catastro y luego lo adquirió la caja. El arquitecto de Almoharín José Fernández Salas y los coautores del proyecto, Cristina Fernández y Pablo Rodríguez, lo han convertido en un palacio del siglo XXI. La compra, obra y mobiliario suponen una inversión de 10 millones de euros (1.600 en pesetas). Placonsa ha ejecutado el proyecto.

El edificio, en ruinas y que sufrió un grave deterioro en el bombardeo del 37, tiene 5.000 metros cuadrados. Entre sus dependencias destaca el patio donde se descubrió el yacimiento romano, que supuso la primera intervención arqueológica sistemática hecha en Cáceres y que documenta un momento fundacional de la ciudad en el siglo I.

A ello se añaden unas estancias escrupulosamente cuidadas, donde domina la madera de cedro y el granito extremeño. El buen gusto se deja notar en cuadros de destacados artistas extremeños como Narbón, Eugenio Hermoso o Covarsí, en las alfombras de la Real Fábrica de Tapices o en parte del mobiliario del salón del consejo de administración, donde destaca la mesa de un banco inglés del siglo XIX y las lámparas holandesas.

La sede institucional se inaugura hoy por el presidente de la Junta, Rodríguez Ibarra, el presidente de la entidad, Jesús Medina, y las más altas autoridades de la capital cacereña.