Jesús Sellers Bermejo, policía local de profesión, es el mayordomo de la hermandad de Jesús Condenado, la más joven del movimiento cofrade cacereño (2011). Por ello, y a la vez, admira tradiciones tan centenarias como la devoción por la Virgen de la Montaña, que comparte desde que era niño.

--El apego cacereño por la Virgen se remonta a 1635...

--Por eso me sugiere tanto respeto. De pequeño iba con mi familia, esperábamos a que mi padre saliera de trabajar del Periódico EXTREMADURA y bajábamos a la concatedral. Luego acudía con mi novia, hoy mi mujer, y ahora soy yo quien llevo a mis padres y a mis dos hijas.

--¿Un momento especial durante el novenario?

--Cada vez que puedo, procuro ir a Santa María a partir de las once de la noche. Se está muy tranquilo y me gusta sentarme en un rincón junto a la sacristía.

--¿Un recuerdo imborrable?

--Cuando era niño y se celebraba la subida de la patrona, prácticamente toda la familia Sellers nos íbamos a un chalet muy cerca del santuario. Después de jugar por la mañana sin parar y de una buena comilona --recuerdo lo rica que estaba ese día la tortilla de patatas--, subíamos a ver a la Virgen por la tarde. Todos los primos tenemos muy buenos recuerdos de aquellas jornadas.

--¿Es de los que se encomiendan a la patrona cuando las cosas se ponen complicadas?

--Básicamente le doy las gracias porque la vida me ha tratado bien, con los lógicos problemas que todos tenemos. Pero sí le pido por la salud de mis padres y de toda la familia.

--¿Acudió a la bajada?

--Sí, me incorporé a la procesión en Concejo en representación de la cofradía de Jesús Condenado. El recibimiento a la Virgen me ha parecido este año especialmente impresionante. Creo que ha sido un acierto adelantar la hora porque había mucha gente, muchos abuelos con nietos, es una tradición familiar.