La casa donde vive Manuela Fernández tiene sólo una ventaja: es gratis. Es de su madre y está en la calle Guatemala (Llopis Ivorra), pero tiene graves humedades, además de carecer de agua caliente o bañera. "El niño tiene bronquitis crónica casi desde que nació porque la humedad de la casa impide que se cure bien", lamenta. Sin embargo, ya está pensando en la fiesta que hará dentro de unos días cuando le entreguen las llaves de su nueva vivienda, el 1º A del bloque 1, de tres habitaciones.

Ella no trabaja y su marido es encofrador o albañil, "depende de lo que salga", dice ella. Su sueldo se sitúa habitualmente entre los 700 y los 900 euros, pero tienen dos hijos, así es que no da para mucho. "Me parece mentira que haya llegado este momento, que tenga por fin una casa en condiciones para vivir con mi familia. Han sido años muy penosos". Manuela Fernández --en la foto, con su hijo Valentín de 3 años y su sobrina Noelia-- fue, como el resto de los beneficiarios, una de las solicitantes de los pisos de Nuevo Cáceres. "Ocho años son muchos para esperar algo así, aunque ha merecido la pena".