Miguel A. M. reside con su familia y sus dos hijos en Cáceres, y tenía un contrato con la empresa telefónica Jazztel. En abril le llegó una factura de 300 euros en la que figuraban más de 200 llamadas, "cuando solemos realizar un gasto medio de 8 a 12 euros en el recibo bimensual. No nos corresponde", dice indignado.

Sus reiteradas llamadas a la compañía tampoco le han servido de mucho. "Me atienden con muy buenas palabras, me piden mil veces los datos bancarios, el número del DNI, mi nombre..., pero nunca me acaban de responder, tengo que volver a llamar y otra vez empezamos con lo mismo", relata. Finalmente ha optado por darse de baja de la compañía, pero poco después ha recibido la llamada de una empleada informándole de que esa deuda podía haberse contraído por ADSL o por una alarma, "cuando en mi casa no existen", o que alguien le había pinchado la línea de teléfono. Miguel A. M. sigue dispuesto a no pagar, "y a ver en qué queda finalmente todo esto" .