Descendiente de una familia largamente vinculada a la Semana Santa, Manuel Floriano comenzó su particular andadura cofrade a los siete años y pertenece a ocho hermandades. En 1989 centró su dedicación en la Vera Cruz, una de las señeras cacereñas, a la que ha dedicado una obra de investigación. En 1995 fue elegido mayordomo, cargo que cederá hoy tras agotar los dos mandatos, pero no descarta seguir con su pasión y presentarse a las elecciones del Nazareno.

--]¿No le tiembla el pulso al hacerse cargo de una cofradía de seis siglos como la Vera Cruz?

--Sí, las hermandades son difíciles de llevar porque requieren mucha organización, nunca llueve a gusto de todos. Lo mejor es poder contar con un equipo que saque adelante el proyecto.

--Al menos se gana el cielo...

--No lo sé, pero lo cierto es que hemos desarrollado nuestros objetivos: volver a las tradiciones, rescatarlas, como la restauración y nueva salida del Cristo de la Salud, suspendida en 1702. Hemos pasado de 400 a más de 1.000 hermanos y se han reformado los pasos. Me voy con tristeza, pero me satisface dejar paso.

--La experiencia no debe ser negativa, porque se rumorea que podría optar al cargo de mayordomo del Nazareno...

--Sí..., bueno..., estoy pensándolo y me doy de plazo hasta el día 7. Por un lado me gustaría, siento mucha atracción por las cofradías, pero no lo sé. Yo realmente querría que diera el paso otro cofrade muy válido, aunque se resiste, y si no lo hace me plantearé presentarme. Además, tengo mucho cariño hacia esta hermandad, a la que pertenezco desde el año 1952. Mi padre fue jefe de paso del Cristo de las Indulgencias, imagen descubierta por mi tío Antonio Floriano Cumbreño en la misma torre de San Mateo.