El vestido de color negro de María Jesús Bote, la anciana de 82 años que fue rescatada de un incendio en su casa de Aldea Moret, se confunde con el de las paredes y los muebles del piso quemado en la calle Lucas Burgos. Dos días después del siniestro, tiene fuerzas para contar lo que ocurrió a mediodía del sábado en este bajo de un bloque de viviendas sociales de la Junta de Extremadura. "Estaba haciendo la cama y sentí cómo se rompían los cristales de la mesa camilla", recuerda la mujer, que cree que el incendio pudo originarse ahí al quemarse la faldilla.

María Jesús Bote reside desde hace más de diez años en este piso acompañada por una nieta de 20 años que, cuando se produjo el incendio, había salido a hacer unos recados. La rápida actuación de un vecino que tiró la puerta salvó a la anciana de una muerte segura por asfixia. "Había mucho humo. Solo pude taparme la cara con el pañuelo", explica imitando el gesto con la prenda que le cubre la cabeza.

La anciana compartía también los 80 metros de la casa con Loca, como llamaba a su perrita. Su familia no quiere decirle que murió en el incendio. Prefieren que crea que escapó del humo. María Jesús Bote piensa que aún sigue con vida, recogida en la perrera.

Muy pendientes de ella, sus familiares la han apoyado en todo momento. Sobre todo una sobrina suya, a la que llama hija porque la ha criado, que ha venido a ayudarla de Madrid. Felipe, su yerno, también está con ella para recoger lo poco que se ha salvado: un par de mantas y algunos enseres que se llevaban a la casa de Carabanchel donde vivirá María Jesús Bote hasta la Dirección General de la Vivienda realice la reforma del piso.

Fuentes de este departamento detallaron ayer que sus técnicos ya han inspeccionado la casa para determinar los daños. Una trabajadora social y una educadora social del Instituto Municipal de Asuntos Sociales también han prestado apoyo a la afectada.

Inquilina de El Carrucho

En el mismo bloque de la calle Lucas Burgos también vive Dolores Bote, hermana de María Jesús. Estaba allí cuando ocurrió todo y recuerda cómo el pasillo se empezó a llenar de humo. "Los bomberos vinieron rápido. Ella estaba atontada cuando el vecino tiró la puerta. Le dieron oxígeno y se la llevaron al hospital", detallaba ayer.

Sentadas alrededor de la mesa-camilla, las dos mujeres recordaban con nostalgia sus tiempos de El Carrucho, poblado chabolista en el que vivieron hasta que se trasladaron a Aldea Moret. "Vivíamos mejor allí", aseguran. A la anciana le queda una pensión de algo más de 300 euros. Con ella asegura que paga los 60 euros de la casa, los gastos y la comida. Dice que volverá a la casa cuando esté arreglada. Sus familiares le han dicho que no se preocupe del resto. La vida le ha dado otra oportunidad para seguir cumpliendo años. Su perro no regresará nunca.