Emprendedora y adelantada a su tiempo, Juana Leguinazábal fundó el segundo teatro estable de Cáceres, el Variedades (1886-1914), junto al solar del antiguo colegio San Antonio, en la calle Margallo. De origen vizcaíno, llegó a la ciudad para ayudar a su tío, el rico notario Saturnino González Celaya. Cuando éste murió, en lugar de volver a su tierra para vivir con desahogo, dedicó la herencia a crear un teatro en el patio de su casa, que se convirtió en el más popular hasta que cerró dos años después de la muerte de Juana.

Su ruptura con los convencionalismos se hicieron patentes en la programación. «El Variedades fue algo más que un teatro», afirma Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de Cáceres. Allí se vieron las primeras exhibiciones del cinematógrafo Lumiere, obras teatrales de toda índole y mítines como el primero de la sociedad obrera, que sentaría las bases de la Casa del Pueblo, pero también otros de los ultraconservadores mauristas o de los reformistas liberales de Melquíades Álvarez, según el cronista.

A su muerte dejó cedido el solar del teatro para las escuelas benéficas de Vicente Marrón, donde estudiaron numerosas generaciones de cacereños. Pero Juana sigue hoy huérfana de una calle en la ciudad con la que se volcó.