Pocos comercios del casco viejo cacereño pueden presumir de llegar al medio siglo, pero Camisería Payvi ya lo supera y además inicia una nueva etapa que le garantiza su continuidad. Fundada en el año 1958 por Telesforo Picado con el nombre de Camisería Picado, en el número 28 de la calle Moret, los dos empleados se hicieron cargo del negocio en los años 80 y trasladaron la tienda al antiguo bar Maleno tras adquirir el local en la misma calle. Ahora uno de ellos, Vicente Rojo, ha decidido seguir al frente en solitario tras la jubilación de su compañero. Tablas no le faltan: "Entré en el negocio con 15 años y ya llevo 40", confiesa. Ilusión tampoco: "El comercio tradicional ofrece al cliente un trato que hoy no encuentra, es nuestra baza principal", destaca orgulloso.

Vicente se apoya en el mostrador y cuenta literalmente con los dedos de una mano el número de tiendas similares a la suya que permanecen con el tiempo: "Rojo, Dayma, Galerías Madrid, Rafael... Me olvido alguna, pero no hay muchas más". Sin embargo, los tiempos le sonríen, porque el hombre vuelve a interesarse por cuidar su estilo. "Los jóvenes cada vez son más exigentes, van bastante conjuntados. No se dejan influir por el resto y tienen las ideas claras".

En su opinión, tiendas como la que regenta, donde se realizan camisas completamente a medida y de tallas especiales, tanto grandes como pequeñas, vuelven a ser una solución para quienes se preocupan por su imagen personal. "Las franquicias están por todos lados, pero no pueden darte nunca el trato que ofrecemos nosotros. Aquí el cliente se convierte en amigo, le asesoramos, incluso nos cuenta sus cosas...", explica.

Sombrerería tradicional

En sus percheros y estanterías se alinean pantalones, camisas, jerséis, americanas y la única sección amplia de sombrerería que queda en Cáceres, con los modelos de panamá, paño, paja o dralón, la gorra tradicional o la boina negra que tanto se vende aún, "y hasta el típico sombrero de El Barrio que compran muchos jóvenes", comenta. Vicente muestra, toca, dobla y guarda todo con un mimo exquisito. El mismo constituye la mejor imagen de su tienda: impoluto, con pantalón de pana, chaqueta beige, camisa blanca y gafas de montura al aire, atiende a los clientes con una cordialidad justo a caballo entre la educación y la cercanía. Es la esencia del comercio de siempre que sigue plantando cara a los nuevos tiempos.