Jefe provincial de Tráfico

El fin último de la seguridad vial es que no se produzcan accidentes. Esta afirmación tan rotunda puede sonar a imposible puesto que la circulación es un hecho humano y, por lo tanto, lleno de errores. Pero los que trabajamos en esta área debemos tomarnos la afirmación como una norma de conducta. La mejora en las condiciones del tráfico rodado se pueden producir sobre cada uno de los elementos que lo componen: vía, vehículo y persona. Las obras de mejora de las carreteras, entre las que se encuentra la eliminación de zonas conflictivas en la confluencia de vías, la mejor señalización y el aumento de carriles buscan --y consiguen-- disminuir una de las causas de riesgo.

Pero que un cruce esté perfectamente diseñado y señalizado no es un seguro contra accidentes porque, en definitiva, es la persona la que debe adaptar su conducta en la conducción. Aunque el vehículo y la vía estén acondicionados para una velocidad elevada, ¿lo está el conductor para reaccionar ante el imprevisto? ¿y en el tiempo suficiente? Por tanto, no hay mejora alguna que excuse de la máxima atención al volante, aunque no hay mejor ayuda que las que facilitan una conducción cómoda y segura.