El hermano mayor, Angel Martín, el vocal fundador, Jesús Brazales, y el párroco, Juan Carlos González, no paraban de mirar al cielo, de consultar Internet, de telefonear al observatorio... y así durante tres días. Absolutamente todas las previsiones eran pesimistas: la tarde del Miércoles de Pasión traía lluvia, y mucha. A mediodía todo estaba preparado: el paso, las flores, los estandartes. Y a mediodía los truenos se sucedían en el cielo. Pese a las continuas lluvias, los cofrades acudieron puntuales, pero no pudo ser. La nueva Cofradía Dominicana del Cristo de la Victoria prefirió comenzar con prudencia y suspendió su primera procesión oficial por las calles de Mejostilla, prevista para las ocho y media de la tarde de ayer.

"Puede diluviar en cualquier momento y cogernos en plena calle, no ha parado de llover, hace un rato caían gotas", explicaba la directiva. Una lástima, porque la nueva hermandad había levantado una singular expectación, con el templo y los alrededores abarrotados de gente, los aparcamientos llenos, y un trasiego continuo de vehículos. Los cofrades subieron a hombros al Cristo de la Victoria y le rindieron un pequeño culto en las puertas del templo. Posteriormente decenas y decenas de personas desfilaron ante el paso, cuya ornamentación, muy cuidada, despertó muchos halagos. "Una lástima, pero queda la Magna para resarcirnos", comentaban apenados los cofrades.

La hermandad nace alentada por los vecinos y los padres dominicos que dirigen la parroquia de Mejostilla, y respaldada por Jesús Brazales, un cofrade veterano que ya fundó la Expiración y que sabe lo que se hace en cuestiones procesionales. Fue oficialmente fundada en enero y ya supera los 200 hermanos, que ayer lucían un hábito llamativo en Cáceres por lo novedoso, inspirado en Santo Domingo de Guzmán: túnica blanca ceñida con cinturón negro de cuero y rosario en el lado izquierdo, y capa y capilla negra con capucha.

El paso del Santísimo Cristo de la Victoria, talla realizada en el 2007 en los talleres de Artemartínez, en madera cuidadosamente policromada siguiendo técnicas antiguas, llevaba andas donadas por la cofradía de la Expiración. Estaba escoltado por seis centros de rosas y damas blancas, y realzado con cuatro bellos faroles dorados de donación anónima, cada uno con cinco brazos. Velas de cera natural matizaban su iluminación.