Los habitantes de la ciudad feliz tienen una imaginación portentosa para encontrar un pretexto que los obligue a salir de casa. Pero entre Semana Santa y el festival de teatro de junio, no les hace falta ni inventarse pretextos: son 60 días tan repletos de tentaciones que los cacereños sólo se meten en casa para dormir, el resto del día lo pasan en la calle.

Escojamos al azar algunos días del mes de la juerga perpetua y repasemos el programa de pretextos. Viernes dos de mayo: Andrés Trapiello firma libros en Cánovas, se celebra besamanto de la Virgen de la Montaña en Santa María, se puede visitar Foro Sur en el centro cultural San Jorge. Sábado 10 de mayo: conciertos del Womad y mítines de primeras figuras de la política nacional. Sábado 31 de mayo: casetas en la feria, toreros famosos en el coso, Antonio Ozores en el Gran Teatro... Y así día tras día.

Este pitorreo continuo no es nuevo, sino que forma parte de las esencias históricas de la ciudad feliz . Ya a principios del pasado siglo, Publio Hurtado escribía: "Transcurrida la Semana Santa, purgadas las conciencias (...) y cerrado el extenuante ciclo de vigilias y abstinencias, nuestros antepasados se disponían a volver a empezar". Y a continuación precisaba en qué consistía ese volver a empezar.

SAN BENITO Y SAN JORGE

A saber: el domingo tras el de Resurrección o domingo de Cuasimodo, se celebraba la fiesta de Nuestra Señora de la Montaña. El domingo siguiente tenía lugar la fiesta de san Benito. El tercer domingo de Pascua tocaba santa Lucía y el cuarto, santa Olalla. Y todas estas conmemoraciones santas daban lugar a romerías concurridas donde corría el vino y se desparramaba la alegría.

Por otro lado, estaba la festividad de san Jorge con sus fogatas y sus peleas de brevas en la víspera y su fiesta solemne el 23 de abril. Tras san Jorge, llegaban las letanías septenarias , que empezaban el 25 de abril para pedir al cielo que librase a los cacereños de epidemias. Y en los tres días siguientes al quinto domingo de Pascua, tocaban las letanías menores para que Dios bendijera los bienes de la tierra y satisficiera las necesidades públicas.

Estas letanías se celebraban con procesiones concurridas y vistosas que daban paso a la Cruz de Mayo, y a la Ascensión, y al Corpus Christi, y a la feria... Salvo la feria, las demás celebraciones eran religiosas. Pero la mejor demostración de que Cáceres se adapta a lo que sea con tal de ser dichosa es, justamente, su capacidad para ir sustituyendo santos y cruces de mayo por la modernidad laica de certámenes de arte, de música étnica o de lo que haga falta.

Hoy ya no se celebran san Benito, santa Olalla, santa Lucía ni las letanías. A cambio, la ciudad feliz regala a sus entusiasmados vecinos los siguientes pretextos para conquistar las calles de la mañana a la noche: la cabalgata y posterior fiesta de san Jorge; la feria del libro; Poelia; Maquinrte; la bajada, estancia, novena, besamanto y subida de la Virgen de la Montaña; la feria de arte Foro Sur; el festival Womad; la feria de mayo; el festival de teatro clásico y, en medio, por si faltara algo, la campaña electoral, varias representaciones de teatro, diversas corridas de toros y unos cuantos conciertos.

Estos días, pasan por Cáceres Juan Luis Galiardo y los toreros de moda, el Dúo Dinámico y Dulce Chacón, Emma y Antonio Ozores, Javier Rioyo, Emilio Gutiérrez Caba, Cascos, Arenas, Aznar, Zapatero... Si a ello unimos las piruletas de Floriano y el jamón de Población, nos queda un mes de lo más completo.

No es de extrañar que el tunecino Kamel Mekni llegara a Cáceres de visita, se quedara sorprendido por tanto jolgorio y decidiera inmediatamente abrir un restaurante árabe en la ciudad feliz . Cuando se le pregunta por lo que más le ha gustado de Cáceres, no señala la parte antigua, sino la movida de Cánovas: "Lo de la avenida de España es asombroso, no he visto nada así ni en Madrid".