Su hija mayor aprendió sola a leer cuando tenía dos años. Cuando le tocó ir al colegio ya tenía muchos conceptos aprendidos y se aburría. Fue una etapa dura, tal y como recuerda su madre, María del Mar Olmedo, una de las fundadoras de la Asociación de Apoyo de Altas Capacidades de Extremadura (A3CEx) y secretaria del colectivo. «En primero de Infantil ya daba problemas. No quería ir al colegio, nos costaba mucho llevarla. Los profesores se quejaban mucho de ella porque decían que todos tenían que pintar y ella se iba atrás a leer», señala María del Mar Olmedo.

Su hija llegaba a casa cada día diciendo que estaba harta de lo que hacía en clase. «Cuando los niños están con las vocales y ella ya lee libros es muy frustrante. Decía que estaba harta de escribir veinte veces el número 2, porque llegaban al día siguiente y volvían a escribir el número 2. Siempre pongo el mismo ejemplo, a mí me pueden gustar mucho las lentejas pero, si me ponen durante un año seguido todos los días lentejas, acabo aborreciéndolas», agrega Olmedo.

Su hijo menor también tiene altas capacidades, algo bastante común en las familias ya que, según explica, esta capacitación tiene un componente genético. Por esta razón no es de extrañar que, cuando uno lo es, los demás también.

El colectivo, con sede en Badajoz, visitó ayer el Ayuntamiento de Cáceres para trasladarle a la alcaldesa, Elena Nevado, sus peticiones. Entre ellas destaca la necesidad de contar con atención temprana para estos niños en las aulas, para que puedan ser diagnosticados lo más pronto posible. Además de que los currículos se adapten a sus necesidades. «Darles lo que necesitan, igual que otros niños necesitan un proceso más lento el de ellos es más rápido», agrega María del Mar Olmedo. El objetivo es que todos los niños puedan seguir su ritmo en el aula. Para ello se necesita, añade, un profesorado formado en esta materia.

Los niños también leyeron sus propios deseos: más motivación en las clases, que les hagan caso cuando levantan la mano para contestar a las preguntas del docente, que los niños con altas capacidades no sean invisibles en los colegios, que les permitan confundirse y les corrijan con cariño porque «no lo sabemos todo, solo aprendemos rápido», que se incluya pintura y robótica en las aulas y que se potencie un sistema educativo «más igualitario e inclusivo».

Al colectivo A3CEX pertenecen 150 familias, pero alertan de que muchos niños aún están sin diagnosticar. En la mayoría de los casos son los padres los que piden que se les haga una prueba para detectar si tienen altas capacidades -el 84% de los padres que sospecha que su hijo es superdotado, lo es-.

Según indica María del Mar Olmedo, son niños que duermen poco, muy precoces a la hora de leer, muy inquietos y curiosos. Se considera alta capacidad cuando se supera el 130 de coeficiente intelectual.