Su vida no ha sido fácil y Rosa María Gil reconoce que algunas de sus acciones han podido ser erróneas, pero considera que ninguna de ellas la hacen merecedora del calvario por el que ella y sus padres, Daniel y Emilia, están pasando desde que el 7 de abril del año pasado la Junta la arrebatara a su hijo.

Las lágrimas derramadas y el dolor y angustia sufridos durante los primeros 14 meses de separación se han multiplicado ahora por mil. Son los kilómetros que les separan del pequeño, que desde el 1 de junio se encuentra en Tarrasa, "lo que significa que mientras que antes, y aunque fuera en el centro de menores, podíamos verlo todos los días, ahora es imposible, pues ¿cuántas veces se pueden hacer al mes más de 900 kilómetros para estar un rato juntos?".

Cuando hace unos años Daniel Gil y Emilia Durán decidieron regresar a su Extremadura natal, tras 30 años viviendo en Tarrasa y al estar ya Daniel jubilado --era ingeniero técnico de General Electric--, no imaginaban "el tormento que tendríamos que pasar aquí".

No consiguen explicar el porqué de la decisión de la Junta de quitarle al niño a Rosa, y menos aún que no les hayan dado el acogimiento temporal ni a sus padres ni a su hermano y su mujer --viven todos en Cáceres-- y sí a los abuelos paternos. "Si en la Junta decían que mis padres, que han compartido la convivencia y el cuidado de mi hijo desde que nació, no eran idóneos para el acogimiento porque eran mayores, porqué se lo dan a ellos, que tienen la misma edad y encima apenas conocen a mi hijo".

Les resulta tan increible la actuación de los responsables de la Junta, "que nos están quitando la vida y no sabemos el por qué", tan difícil encontrar una explicación que ya la única que ven posible "es que alguien de los servicios de Infancia y Familia nos haya cogido inquina y nos esté castigando por algo", comentan visiblemente angustiados Rosa María, Daniel y Emilia.

Pero, aunque "angustiados y decepcionados" no se desaniman. Saben que necesitan apoyos, y por eso han iniciado una campaña de recogida de firmas, que ya llegan a las 90.