Samuel Fernández y sus amigos, de 16 y 17 años, aguardan en la puerta del templo de Santiago su turno para el besapié de Jesús Nazareno. "Una oración de vez en cuando hace bien", afirma. Más adelante, en la cola, María Teresa cumple con su costumbre de visitar la imagen, tal y como lleva haciendo 25 años. "Vengo caminando desde la avenida de Alemania y esta tarde trabajo, pero no falto, es cuestión de fe", explica. Como ellos, miles de ciudadanos acudieron ayer a Santiago, que permaneció abierto desde el amanecer hasta medianoche con motivo del tradicional besapié, este año muy significativo al cumplirse el 400 aniversario de la talla.

Por ello, la afluencia superó las previsiones (las 10.000 visitas de otros años estaban a punto de superarse a las nueve de la noche). Desde primeras horas se formó una larga cola que por la tarde ya ocupaba toda la iglesia, la plaza de Santiago y parte de Camberos, incluso llegó a Muñoz Chaves y la policía tuvo que cortar el tráfico. "Venimos a darle un beso al Jesusito de las procesiones", comentaban dos niñas de 5 años del colegio San José junto a cien compañeras. Otros escolares, colectivos de discapacitados, centros de mayores y ciudadanos en solitario o en compañía pasaron ante la imagen. "Tengo 40 años y siempre vengo", comentaba Luisa en mitad de la cola. "Yo tengo 16 y tampoco falto, me gustaría cargar algún día con el Nazareno", confesaba Jorge, un joven cofrade.

Esfuerzo especial

La hermandad, fundada en 1464 (la más antigua de la ciudad), entregó a todos los asistentes la tradicional estampa con la oración del pregonero de la Semana Santa, este año el periodista Teresiano Rodríguez, y además, como regalo especial por el 400 aniversario, una medalla del Nazareno troquelada en talleres de Sevilla con la imagen en sobrerrelieve. "Es un esfuerzo especial, pero no siempre se cumple un aniversario tan significativo", indicó el mayordomo, César García.

El Nazareno, una imagen de reconocido valor artístico que despierta una profunda devoción, obra de Tomás de la Huerta (1609), llevaba su nueva túnica terciopelo y oro regalo de Germán González Floriano, y la Cruz de Carey del siglo XVIII. Además, este año la imagen presentaba una nueva composición en el altar mayor, diseño de Sergio Bejarano, con la Virgen de la Misericordia a su lado (lucía el nuevo manto nazareno de Cuaresma regalo de su camarera, Mariví López Perera) y una lograda ornamentación de grandes lirios morados.