Un museo es como un espejo trastocado que mira hacia atrás, en vez de reflejar el presente. Es como una ventana abierta a los horizontes de la historia para ver lo que fuimos. O lo que fueron los que nos precedieron en la aventura del pasado. Por eso, las ciudades se reconocen a sí mismas, y aprecian su cultura, en la medida en cuentan con museos --de Historia, de Arte, de Inventos y Tecnologías-- que exhiban su verdadera riqueza espiritual.

Iniciaremos nuestra breve reflexión desde esta tribuna con una referencia al museo más relevante y antiguo de la ciudad: el Museo Arqueológico Provincial, del que ya se han escrito crónicas y reportajes notablemente amplios y documentados; pero que yo quiero resaltar desde estas líneas para que los cacereños nos sintamos orgullosos de este singular depósito de nuestra historia.

Surgió como dependencia educativa en el Instituto Provincial de Enseñanza Secundaria de Cáceres, allá por 1898; por iniciativa del entonces Catedrático de Historia del Centro, don Gabriel Llabrés y Quintana, y del profesor de Matemáticas don Juan Sanguino Michel; quienes con otros notables eruditos locales, como don Publio Hurtado Pérez, el Sr. Marqués de Castrofuerte, don Joaquín Castell, don Manuel Castillo Quijada --también catedrático del Centro-- don Daniel Berjano, y otros, que habían constituido, a instancias del Gobernador Civil, que la presidía, la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, respondiendo al movimiento conservacionista o regeneracionista promovido en todo el país por el ilustre diputado nacional y bibliófilo extremeño, don Vicente Barrantes Moreno; que había venido denunciando con virulentos discursos y diatribas, el estado de abandono, destrucción y miseria en el que se encontraba el Monasterio de Ntra. Sra. de Guadalupe, a finales del siglo XIX --convertido en muladares y cochiqueras para los animales del pueblo-- y la necesidad de su reconstrucción y conservación, como la de tantos otros innumerables monumentos del patrimonio histórico extremeño que se encontraban ya demolidos o a punto de serlo.

Contaba este incipiente museo con una colección de monedas antiguas que se habían comprado a un coleccionista local, cuando era Director del Instituto el Catedrático don Luis Sergio Sánchez. También se añadieron al ‘Museo Escolar’ una serie de objetos, figuras, fragmentos y otros efectos muy variados aportados por los alumnos; otros cedidos por el ayuntamiento, al ser demolido el viejo edificio concejil, para construir el nuevo.

A partir de febrero de 1933, el Museo de Cáceres quedaría instalado en parte de la Casa de Las Veletas, que fue alquilada a sus propietarios, los Duques de Fernán-Núñez, y remodelada para acoger todos los servicios y dependencias de un Museo Arqueológico, Etnográfico y de Bellas Artes, como fue denominado entonces. Adecuando además los accesos al aljibe almohade, desde el patio central, que le cubría, para que pudiera ser visitado como dependencia del propio Museo.

A lo largo del siglo pasado tuvo varios Directores y Conservadores, ya no vinculados al Claustro de Profesores del centro educativo; aunque todos ellos dotados de la suficiente profesionalidad y conocimientos para irle convirtiendo en una de las referencias culturales de nuestra ciudad.

Ya hay otros notables museos en nuestra ciudad, pero el del Aljibe de la Casa de Las Veletas seguirá siendo la referencia más importante y valiosa.