Un misterioso Cristo, mutilado y sin Cruz, ha aparecido en el santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad. La imagen la encontró el ermitaño encima de un banco y rápidamente informó del hallazgo a los responsables de la cofradía, que se pusieron en contacto con el jefe de la Policía Local, César García, para explicarle lo sucedido. Después de que los agentes hayan descartado el robo, el vicemayordomo de la Montaña, Javier Acedo Reifarth, indicó ayer que la hipótesis más probable es que se trate de una donación.

La cofradía tampoco descarta que alguna persona, en una visita al santuario, lo dejara por descuido en el banco, aunque la talla no ha sido reclamada por nadie. No obstante, la cofradía la tiene guardada en su sede de la avenida de Alemania, por si algún cacereño la reivindica.

Acedo confirmó que fue el propio ermitaño quien la encontró cuando se disponía a reponer las flores a la Virgen y recordó que se trata de una talla de madera de color rojizo, que representa la figura de Jesucristo en la Cruz.

No tiene brazos y sus dimensiones son propias de una imagen de mesa de despacho. Este Cristo, frente a otras figuras más tradicionales del mismo tipo, carece de corona de espinas y no tiene señalada la herida de la lanzada en el costado derecho. Además, el mechón de su cabellera, que debía descansar sobre la parte izquierda de su rostro dada la inclinación de la cabeza, vuela por encima del hombro hacia atrás.

EXPOSICION PERMANENTE

Algunos miembros de la cofradía no han descartado la posibilidad de que el Cristo fuera expuesto de manera permanente en el santuario, puesto que en su interior se encontró, "y porque su realismo es capaz de mover la piedad de quienes lo contemplan".

Otra característica de la imagen es su paño de pureza, que está concebido con excesiva amplitud y muy abierto por la parte izquierda, cuando el nudo está en la parte opuesta.

Por otro lado, el santuario cuenta con nuevos ermitaños: Luis Antonio González Pavón y Rosario Solís Guerra, naturales de Alcuéscar. En la revista El santuario de la Montaña , que edita la cofradía, indican que nunca se les pasó por la mente ser ermitaños, pero que el azar quiso que conocieran la vacante y se ofrecieron para ocuparla. Añaden que, de todas las tareas que realizan, la más gratificante es el trato con las personas que visitan el santuario de la patrona.