Llueven a diario las protestas por los medios de transporte: «falta de», «fallos en», «impotencia debida a», «retrasos por»… todo desemboca en un malestar generalizado. A las necesidades de cambios de ruta en líneas de autobuses urbanos, se unen tanto las peticiones por extender la red de comunicación de la capital cacereña con el resto del territorio, como las mejoras de carreteras y construcción de autovía entre las capitales de provincia, por no hablar del fantástico «tren de la bruja» que nos comunica con Madrid y del que despotricamos todos los días. En estas fechas y tal y como se desarrolla esta in-comunicación, casi hemos de dar las gracias porque la construcción del aeropuerto cacereño fuera un proyecto tan fantasma como el de la llegada del AVE, y así la «gracia» de Ryanair no nos pueda afectar de forma directa, ni se sume al malestar del «transportín».

Y sí, he dicho bien: «transportín», porque nos sentimos como animales encerrados en una caja (con respiraderos, por suerte), con una movilidad reducida y unas opciones de viaje limitadas a la mano del que sujeta el asa.

Y hablando de «movilidad», vamos a aparcar por un segundo el enfado acumulado, aunque no el tema de los transportes. Y es que, ya sea por motivos laborales, «in-laborales» u ociosos, aquellos que cogen vehículo a diario, habrán advertido esta semana -en sus «idas y venidas»-, que los carteles informativos de la DGT publicitaban la «semana europea de la movilidad» a través de diferentes lemas. Pues bien, siguiendo al hilo, hoy viernes 22 de septiembre celebramos el «día sin coches», una de las actividades previstas dentro de esa «semana de la movilidad», y con la que nos animan a aparcar nuestros vehículos y hacer uso del transporte público (por cierto, gratuito hoy el servicio de autobuses debido a esta celebración). Un día sin coches que precede al día de la bicicleta, que se celebrará el domingo 24, y que llenará las calles de Cáceres de amantes de las dos ruedas, así como de ciudadanos de «a pie» ( y nunca mejor dicho).