«Es un libro escrito para los trabajadores que han vivido esta etapa de la empresa; para los empleados actuales, para que sigan esforzándose para que este proyecto dure muchos años más; y para otras compañías, a modo de referencia de cara a demostrar que en Extremadura se puede hacer cualquier actividad». Así define José Marcelo Muriel, el que fuera gerente de Catelsa Cáceres de 1977 a 2012 --del 73 al 77 fue director técnico--, su libro ‘Hutchinson Cáceres, sigue forjando tu destino’, un texto que será presentado hoy a las 12.00 horas en un acto en el Hotel V Centenario y en el que Muriel repasa la historia de una de las empresas más importantes de Cáceres --sino la que más--: Catelsa Cáceres, creada en 1973. Hoy Hutchinson Cáceres, tras ser adquirida por la multinacional Grupo Hutchinson en 1988, se encarga de suministrar componentes de motor, frenos y productos químicos a empresas del automóvil como Toyota, Peugeot-Citroën, Renault o Nissan.

«Cuando empecé tenía previsto estar poco tiempo y después pasar a otra actividad». No fue así, Muriel estuvo toda su vida en la misma empresa, desde que acabó sus estudios de ingeniería en 1972. «Pero es como si hubiera trabajado en cinco diferentes», revela, «porque las circunstancias y mi función dentro de la empresa han cambiado tantas veces que tengo esa sensación». Crisis del petróleo, robos, un polígono industrial en el que se asentaron con muchas carencias, falta de capital o la subida del IPC en un 24,5% han sido algunas de esas circunstancias que Catelsa ha tenido que sortear desde su fundación. Entre ellas, cómo no, el momento más crítico, vivido en 1978. «Entonces las tensiones en la empresa matriz, Catelsa Oyarzun, nos llevaron a plantearnos la posibilidad de independizarnos. Después no hubo necesidad de hacerlo, pero fue muy alentador que una empresa como Fasa Renault, cliente nuestra, tuviera confianza en un equipo joven de Extremadura y nos respaldara en caso de que tomáramos esa decisión», recuerda.

Otra de las claves que el autor menciona en más de una ocasión es la ilusión o el entusiasmo necesario de los trabajadores para luchar por un objetivo común y no reducir la relación empresa-trabajador a un contrato laboral. «Se pasa mas de un tercio de la vida trabajando, una empresa tiene que ser algo más. En Catelsa, en la mediad de lo posible, siempre hemos intentado, a parte de esa función laboral, que hubiera un entorno en el cual el trabajador pudiera encontrar una forma de relacionarse como persona».

Pero sin duda, el problema de la alfabetización de la plantilla y su solución es uno de los capítulos más curiosos del libro. Que cerca de los 80 apenas el 20% de la plantilla supiera leer y escribir lastraba el crecimiento de la compañía, con lo que Catelsa formó a sus empleados gracias a un convenio con la Delegación Provincial de Educación por el cual dos profesores se desplazaron durante tres años para dar clases.

Lo recogido en este artículo es solo una pizca de lo que guarda el libro de Muriel. Catelsa ha sido una de las mayores apuestas por Cáceres en materia de inversión y sus 44 años de vida la avalan. Su historia no se entiende sin la ciudad, y la ciudad no se entiende sin ella. Hoy unos 70 trabajadores ya jubilados realizarán a las 10.00 horas una visita a las actuales instalaciones. Quien fue de Catelsa siempre lo será.