El cocinero y empresario Eustaquio Blanco, fallecido el pasado lunes en Cáceres a la edad de 70 años, fue ayer enterrado en su ciudad natal tras el reconocimiento colectivo de sus paisanos. La iglesia parroquial de San Juan se quedó pequeña en el funeral que supuso el último adiós al carismático restaurador. Al funeral asistieron personas de los más diferentes colectivos, en especial el de la hostelería, en el que era unánimemente respetado y querido. Además, estuvieron distintas personas de la más distinta condición. El equipo de su nuevo restaurante de la avenida Ruta de la Plata estuvo también con el ´maestro´.