Si los pregoneros se eligieran por concurso de méritos, Jaime Rossell habría superado el techo de cualquier baremo: doctor en Derecho con Premio Extraordinario, catedrático acreditado de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad de Extremadura, decano de la Facultad de Derecho (2007-2015) y actual Subdirector General de Relaciones con las Confesiones del Ministerio de Justicia. Es además un cofrade convencido que arrima el hombro cada Martes Santo bajo el Cristo del Amparo. Este año abrirá oficialmente la Semana Santa cacereña con su pregón, el próximo 30 de marzo en el Gran Teatro (20.00 horas).

--Natural de Burgos, lleva casi dos décadas en Cáceres, donde se ha imbuido de la Semana Santa hasta participar activamente en ella. ¿Cómo descubrió el mundo cofrade cacereño?

--Fue en el año 2000. Quise quedarme en Cáceres esas vacaciones porque no conocía su Semana Santa y me habían hablado de ella. Un estudiante de la facultad, Jorge, me hizo de guía, me explicó la historia de las cofradías y me presentó a muchos cofrades. Por la materia que explico en la facultad, el mundo cofrade y su manifestación en la esfera pública no me son desconocidos, y desde entonces he colaborado con ellos siempre que me lo han pedido.

--¿Qué le atrajo especialmente?

--Me impactó la religiosidad con que se vive la Semana Santa dentro de las cofradías, también en el resto de la ciudad, alejada en gran medida de manifestaciones meramente folclóricas. Me gustó su sobriedad, castellana en muchos sentidos, y me fascinó el entorno: nada más y nada menos que entre las murallas de una ciudad patrimonio de la Humanidad.

--Es un profesional de la Universidad, un ámbito que parece alejarse de las tradiciones que han acompañado a los pueblos durante siglos, sobre todo del hecho religioso. Otras generaciones diferenciaron entre ciencia y sentimientos sin confrontarlos. ¿Qué ocurre hoy? ¿Existe ese divorcio?

--Yo creo que no. A veces se olvida que la Iglesia católica tuvo un papel fundamental en la creación y desarrollo de las primeras universidades. Todavía hoy el protocolo universitario responde a la tradición canónica. En relación al espacio que la fe y la razón ocupan en el ámbito universitario, nada impide que puedan convivir. De hecho en la Uex, como en otras universidades públicas española, existe un Servicio de Asistencia Religiosa y una pastoral universitaria que cada vez cuenta con más alumnos que acuden o participan de sus actividades. El universitario, profesor, estudiante o personal de administración y servicios, no es menos creyente que el resto de la sociedad española.

--Si ampliamos la lupa a toda la juventud, en Cáceres muchos participan llegado el tiempo de las procesiones…

--Efectivamente, cada vez hay más jóvenes que quieren aportar desde dentro. Las hermandades y cofradías son conscientes y existen pasos infantiles en los que los niños se convierten también en protagonistas. Pero lo verdaderamente importante no es que participen en la semana Santa sino que quieren participar de la vida cofrade durante todo el año. Y eso significa que también colaboran con la importante obra social y asistencial que las cofradías despliegan con los más desfavorecidos. Que en Cáceres haya aumentado el número de jóvenes que quieren ser cofrades nos dice que los jóvenes recogen el testigo de sus mayores para seguir dando testimonio.

--<b>Ha desarrollado varias líneas de investigación y ha coordinado libros sobre el desarrollo del derecho de libertad religiosa. ¿Por qué unos quieren relegar la religión al ámbito privado y otros la defienden como una manifestación pública más, como los conciertos, las exposiciones o el fútbol?

--El derecho fundamental de libertad religiosa tiene su fundamento en la dignidad humana. Cuando negamos este derecho y su ejercicio a cualquier persona, estamos atacando su condición como ser humano. Nuestra Constitución reconoce la libertad religiosa como un derecho fundamental en su artículo 16 pero no basta con eso. Es además un derecho que el Estado debe garantizar y promocionar para que su ejercicio sea real y efectivo. Negar al hecho religioso, sea éste el que sea, su presencia en el espacio público es negar al individuo, a los grupos y a las comunidades religiosas el derecho a ejercer un derecho fundamental en libertad.

--Su participación en la Semana Santa le describe. Precisamente bajo el Cristo del Amparo, un cortejo austero como pocos, en la noche del Martes Santo, Montaña abajo hasta intramuros… ¿Qué se siente en esos momentos?

--Es muy difícil de explicar porque son eso, sentimientos. Cuando te pones el verduguillo y se inicia la estación de penitencia, en silencio, empiezas a hablar con nuestro Señor. Le cuentas cómo ha sido el año que ha pasado, lo bueno y lo malo, y te acuerdas de los que ya no están con nosotros. Hay un sentimiento de responsabilidad y también de hermandad y solidaridad con los hermanos de carga. Las ayudas no se hablan, no se piden, porque no hace falta. Cuando se llega a San Mateo, la oración con la que se rompe el silencio te llena de alegría y te prepara para un nuevo año.

--¿Qué le transmiten las largas hileras de turistas/espectadores/devotos en las calles?

--Siempre me ha llamado la atención el respeto y el silencio con el que se admira el paso de las procesiones en Cáceres. La gente que se agolpa en las calles, creo que va buscando una sensación, un recuerdo, una vivencia que además, en aquéllos que asisten cada año, siempre será diferente. En mi caso, y aunque parezca un tópico, me da fuerza y confianza cuando voy cargando y me recuerda la responsabilidad como cofrade.

--Forma también parte del claustro de profesores de la Escuela Diocesana de Formación Cofrade, una iniciativa que ha contribuido como pocas a mejorar la Pasión cacereña al crear cofrades realmente conscientes de la labor que realizan y conocedores del extraordinario patrimonio. ¿Qué avances echa de menos en la escuela? ¿Qué necesita?

--La escuela ha sido una gran iniciativa y está teniendo un enorme éxito entre los cofrades. Los responsables de ella fueron los ‘culpables’ de que hoy me sienta partícipe de la Semana Santa cacereña y, al mismo tiempo, los que me hicieron conocer el mundo de las cofradías. Si algo se necesita es que la escuela siga existiendo pues es necesaria la formación de los cofrades no sólo desde el punto de vista religioso (muy importante), sino también en aspectos jurídicos y de gestión que pueden, en ocasiones, entorpecer el normal funcionamiento de las hermandades. El compromiso y la ilusión de los alumnos siempre me han admirado.

--Las hermandades buscan un equilibrio entre el ejercicio religioso que supone una procesión y lo que a su vez tiene de atractivo turístico y de estímulo a la economía local. No olvidemos que la Pasión cacereña pose el Título de Interés Internacional...

-- Es cierto que cada vez hay más gente de fuera que acude a Cáceres para ver sus procesiones y empieza a convertirnos en un referente vacacional de Semana Santa. Pero no debemos perder de vista que es un ejercicio de religiosidad popular. Y este es un fenómeno que no debe ser menospreciado y que también cumple su función de evangelización. Cuando el cofrade sale a la calle, sale a dar testimonio de fe y por eso también es importante que se respete su recogimiento.

--¿Un paso simbólico, además del Cristo del Amparo?

--El Cristo de las Batallas el Lunes Santo, y Jesús Nazareno en la madrugada del Viernes Santo.

--¿Ese momento especial que siempre lleva a ver a los familiares que le visitan en estas fechas?

--El Cristo Negro a su paso por cualquiera de las calles de la parte antigua siempre sobrecoge, pero les pido que vean entrar al Cristo del Amparo en la calle Caleros.

--¿Aguantará la pasión cacereña la intensidad de estos últimos años, con 50 pasos en la calle en nueve jornadas?

--No me cabe ninguna duda. Es más, tengo la sensación de que la Semana Santa seguirá creciendo en intensidad y en fervor.

--¿Qué nos desvela de su pregón?

--Desde la humildad, intentaré ser sincero y explicar lo que para mí significa la semana Santa y el por qué me resulta tan especial la de Cáceres.