A Cáceres le gustan los mercados y si son de la época de Napoleón, más. Si la experiencia de los medievales resulta cada año un éxito de público, el goyesco de Cánovas no le va a la zaga. Da igual que sea fin de mes porque en los bolsillos aún quedan euros para disfrutar del pulpo a la gallega a 12 y consumiciones a dos, precios que a otros les resultan caros.

Pero si lo que cuenta es sacar al público a la calle con la buena excusa de recuperar la antigua feria de San Miguel, la cita lúdica con la época del emperador francés lo logró ayer con creces. El buen tiempo favoreció la masiva afluencia a los tenderetes de Cánovas donde, entre otras curiosidades, los visitantes pueden encontrar talleres de algodón, comerse una costilla asada o asistir a una representación teatral del XIX.

Al mercado goyesco, que se clausurará hoy después de tres intensas jornadas que han estrenado la temporada de actividades en el paseo, se unieron otras como un concurso nacional de recortadores --también con buena entrada en la Era de los Mártires-- y un espectáculo ecuestre, además de las exposiciones en el palacio de la Isla.

Y es que la fórmula de mezclar ocio, comercio y gastronomía vuelve a dar resultados. Al menos así lo demostraron ayer los que recorrieron Cánovas de arriba a abajo para sorprenderse con la variedad de objetos curiosos a la venta a cargo de vendedores ataviados al gusto de la convocatoria.

Si hubo colas para comer y dieron igual los precios, --raciones de chorizo o lacón a 12 euros--, no puede haber mejor síntoma de que este mercado por San Miguel funciona. La fiesta gusta y, si es para todos los públicos, mejor.