No fue tan multitudinario como los desfiles que protagoniza en la madrugada del viernes santo, pero el de ayer fue el desfile de los hermanos, que arroparon durante todo el recorrido a la imagen que da nombre a la cofradía desde el año 1608. El acto central de la conmemoración del cuarto centenario de la talla de Jesús Nazareno era además un momento especialmente esperado por ellos, que no pudieron desfilar en la pasada Semana Santa como consecuencia de la lluvia y debieron contentarse con llevarlo a hombros hasta el umbral de Santiago. Por eso ayer más de 400 cofrades participaron en el desfile por las calles del centro, entre ellos una amplia mayoría de jóvenes y al menos 70 chicas.

A diferencia de ese viernes santo, ayer pocos fieles esperaban en la puerta del templo la salida de la imagen a las diez menos cuarto de la mañana. Y a diferencia también de esa jornada, pocos hicieron uso del paraguas, al menos para resguardarse de la lluvia. Fue una jornada de gafas de sol, gorras, abanicos, y de cualquier objeto que sirviera para mitigar la fuerza del sol a medida que avanzaba la mañana. En todo caso, la salida de la venerada imagen del templo, arropada por la banda municipal primero y la de la cofradía después, fue uno de los momentos más emotivos de la jornada central de la conmemoración del 400 aniversario de esta talla de reconocido valor artístico.

Para su gran día, el Nazareno lució la túnica nueva terciopelo y bordada en oro, regalo de Germán González Floriano, y la Cruz de Carey del siglo XVIII. La imagen iba adornada de forma sencilla y sobria, con un manto de flores secas en color lila, rosas rojas, nardos y hortensias, obra de Sergio Bejarano, que desde hace 18 años se hace cargo de la ornamentación de la imagen.

CAMBIO DEL RECORRIDO La procesión se vio obligada a modificar parcialmente el recorrido previsto, (el mismo que realizan habitualmente en la jornada de viernes santo) como consecuencia de las obras que se están llevando a cabo en las calles Sergio Sánchez y Pizarro. Como consecuencia de eso, el desfile se desvió por la calle Gallegos, para llegar a la plaza de Santa Clara, y de ahí por la puerta de Mérida a los adarves, Arco de la Estrella y plaza de Santa María.

"El momento de entrada en la plaza de Santa María ha sido uno de los más emotivos de toda la jornada", aseguraba el vicemayordomo, Santos Benítez, al término de la procesión. Minutos antes de que la imagen llegara a la plaza de la concatedral, más de medio centenar de personas ocupaban las sillas dispuestas para los asistentes a la misa de campaña programada. La misma fue oficiada por el obispo Francisco Cerro, que en su homilía destacó el amplio recorrido en el tiempo de la cofradía y dirigió palabras de cariño para el mayordomo de la misma, César García, quien, visiblemente recuperado de sus problemas de salud, asistió al acto en Santa María y participó en el tramo final de la procesión tras la eucaristía, el regreso de la imagen al templo de Santiago.

A diferencia de cada viernes santo, ayer, los vivas al Nazareno sustituyeron a las saetas que rompen el silencio de la madrugada. Vivas por los 400 años que lleva recorriendo el centro de la ciudad y a los que, a juzgar por el fervor de los hermanos se sumarán muchos años más.