Una de las acusaciones que siempre ha recibido el actual gobierno del Ayuntamiento de Cáceres es su nula elección, como dirigentes, de un modelo determinado de ciudad. Se diría que su objetivo ha sido dejar hacer. Como consecuencia de ello, la urbe se ha desarrollado de manera desgarbada, por el impulso de intereses privados que han obligado al municipio a un continuo ´ir detrás´ en los servicios públicos con el consiguiente gasto no previsto para las arcas municipales y el posterior desorden de sus cuentas. La belleza de su parte antigua no siempre ha encontrado una estética digna en las zonas modernas, lo que lleva al turista sensible a interrogarse sobre la dualidad de unos ciudadanos que al tiempo que se muestran tan orgullosos de su patrimonio son indiferentes a la pérdida de sus particularidades.

Hoy por hoy, sin embargo, cualquier ciudad que se precie se preocupa de buscar, hecho el diagnóstico de situación, un plan estratégico de desarrollo que partiendo de un esfuerzo ordenado produzca actuaciones que configuren los objetivos de la misma.Los beneficios que un plan de estas características aporta estriban en que clarifica el futuro de una zona y ayuda a tomar decisiones priorizando los temas importantes y los presupuestos. Y así los posibles cambios que pudieran producirse en el entorno pueden ser conducidos con eficacia.

Al día de hoy los grandes núcleos urbanos han variado su configuración. Han surgido nuevos desajustes y desigualdades, impensables hace unos años, y los motores de desarrollo son distintos, siendo preciso un marco territorial más cohesionado.

Realizar un plan estratégico necesita primero liderazgo para idearlo y después organización en su gestión. También hay que tener claro lo que se quiere conseguir, pues ello determinará los contenidos del proyecto, y por último, un plan de comunicación, con destinatarios internos y externos de la ciudad, que sea un apoyo para el éxito.

En el proceso de elaboración del plan es necesario no esconder las situaciones conflictivas y buscar un consenso político que permita la intervención de los distintos agentes sociales bajo el liderazgo del ayuntamiento. La metodología de trabajo ha de ir acorde con el modelo. La cooperación público-privada ha de originar efectos sinérgicos importantes y la visión integral que se consiga ha de perseguir unas acciones coherentes, presupuestariamente hablando, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

Se me ocurre que puesto que Cáceres aspira al título de Capital Europea de la Cultura 2016 tal vez fuera bueno elaborar un verdadero plan estratégico con ese objetivo, tanto más aún si, como sabemos, Córdoba, nuestra más seria competidora, tiene uno en marcha que ya ofrece sus frutos.

Hacer realmente de Cáceres una capital atrayente para el turismo cultural puede ser el objetivo primero del proyecto, distribuido en diferentes líneas dedicadas a cada una de las facetas que Cáceres pretende lograr.

Cuestiones tales como la calidad de vida, la promoción y dinamismo de los sectores productivos o la transformación social de algunas zonas pueden trabajarse con la participación de entidades y particulares, actuando en acciones estratégicas conexionadas durante unos plazos determinados de actuación.

Mejorar las infraestructuras, ayudar al sector productivo con especial protagonismo de la universidad, regenerar el tejido asociativo y proyectar una renovada imagen hacia el exterior son cuestiones alcanzables. Cada una de estas propuestas constituyen verdaderos proyectos de desarrollo. Pero debe existir una verdadera voluntad política de lograrlos.