Rodeados de militares vestidos de uniforme, los alumnos de Primaria del colegio Fuentesanta de Zorita parecían ayer por la mañana parte de la tropa del Centro de Instrucción y Movilización (Cimov) de Cáceres. Acababan de ser reconocidos como ganadores de la fase regional de los premios Ejército del 2008 y hasta algunos se calaban la gorra caqui que recibieron como regalo. "A mí no ahora no me importaría ser militar", decía Lucía Gil, de 11 años, mirando al periodista con sus gafas de colores. Como el resto de sus compañeros, tuvo que reflejar sobre el papel cuál era su idea de los garantes de la seguridad del Estado. "Son personas que ayudan a las que tienen menos que nosotros", resumía la niña.

Los pensamientos de Lucía ejemplifican con creces el objetivo de esta convocatoria que, dotada con premios en metálico, trofeos y diplomas, tiene como fin principal "propiciar la creación artística y literaria referida a las múltiples actividades del Ejército de Tierra y el conocimiento y la divulgación de la vida militar". En esa dirección apuntó el general Jesús Carlos Fernández Asensio al dirigirse a ellos durante la entrega de los galardones, flanqueado por otros mandos. Con un lenguaje sencillo y cercano, les transmitió que los militares deben "estar preparados para la guerra y defender a España de amenazas exteriores" y participar en misiones de paz . "Estamos para defender los valores que la Constitución nos ha dado a los españoles", remarcó este alto mando, convencido de la importancia de que los más pequeños conozcan el Ejército.

Uno de ellos también fue Alberto Ruiz que, con solo 10 años, había dibujado a los militares en el concurso, a los que imaginaba saltando en paracaídas y "como unas personas que ayudaban a otras personas". Sus uniformes eran lo que más le llamaba la atención. Y es que, desde ayer, ya tiene nuevos ídolos.