La situación actual ha llenado de tristes paradojas el mercado laboral. Las personas sin formación lo tienen difícil para encontrar empleo, pero también las más competentes. Susana Albarrán es una cacereña que obtuvo el título de Arquitectura Técnica por la Universidad de Extremadura y luego se marchó a Dinamarca para lograr la doble diplomatura certificada a nivel europeo. Ahora no encuentra trabajo. "En los procesos de selección me tiran para atrás por tener exceso de formación, de hecho me lo dicen", cuenta abatida. Hay más casos similares.

Susana también ha entrado en el programa de Cruz Rojaremitida desde la Fundación Valhondo Calaff. "Sinceramente he venido porque estoy desesperada", reconoce. Ella, a sus 28 años, se ha labrado una vida adulta con una vivienda independiente y propia que debe pagar a través de una hipoteca, como muchos españoles. Y lo hizo porque al acabar la carrera le fue bien. A los dos meses de sacarse el título ya estaba empleada en una constructora con la que permaneció dos años, hasta que la caída del sector también se llevó por delante su empleo.

Desde entonces ha trabajado esporádicamente de azafata y ha impartido clases particulares. En realidad siempre ha sido muy activa. Mientras estudiaba la carrera hacía horas como camarera para ayudar a sufragar sus gastos. "Ahora estoy dispuesta a trabajar en lo que salga. Puedo cuidar niños, atender la barra de un bar..., pero lo que no quiero es seguir sin hacer nada", explica.