Lo más adecuado sería empezar con un érase una vez, en un reino muy muy cercano, dos jóvenes cuentacuentos que entretenían con sus historias a un puñado de lugareños. El universal e inconcreto comienzo, repetido hasta la saciedad en cualquier fábula infantil que se precie, embelesó a decenas de personas en la noche del miércoles 21 de agosto en El Corral de las Cigüeñas.

Con una selección de historias algo más adultas, aunque aptas para todos los públicos, las cuentacuentos Susana y Silvia ofrecieron un recital en el que se intercalaron narraciones de autores como Jorge Bucay o Miguel Gila.

Esta iniciativa, que se está llevando a cabo durante los miércoles de agosto a las 10 de la noche, trata de acercar hasta el gran público "una versión" diferente del "monólogo que transmite un mensaje con moralina, al tiempo que se puede tomar una copa y disfrutar de la noche veraniega", según contó el propietario del establecimiento, Luis García, que además comentó que debido a la gran acogida que está teniendo la idea es "muy probable que se extienda hasta el mes de septiembre".

El infantil colorín colorado cerraba cada una de las historias que narraban Silvia y Susana y conseguía arrancar entre el público un enfervorecido aplauso, trasladando a unas personas que superaban los 40 años de media de edad a otra etapa en la que los castillos y las princesas sustituían al euríbor y las hipotecas.

"Con los adultos debemos poner más sentimiento, más acción", explicaron las dos cuentacuentos. "Esto no se aprende en ninguna universidad, nuestra preparación viene de muchas actuaciones como ésta".

Ambas son de Miajadas, donde se han curtido en el ámbito de las fábulas, y pertenecen a la Asociación Zaragata, con la que además han actuado como payasos y en tratamientos de risoterapia.

Confiesan que al estar acostumbradas a los niños, enfrentarse a un público adulto en un lugar que consideran un "lujo" les producía "cierto respeto", "pero una vez hemos comenzado, viendo la buena respuesta de la gente, nos hemos encontrado muy a gusto".

Todos los asientos del recinto quedaron ocupados y los asistentes más rezagados se acumulaban en la entrada del local, y es que, en palabras de estas dos fabulistas, "los cuentos gustan a los mayores".