Siete y media. Noche cerrada. Un conductor mira de soslayo al agente: no ha bebido, pero tampoco ha pasado la ITV. Es la única incidencia de momento. Seis grados de temperatura, casi cinco, y el viento no ayuda. El teniente Montes, un cabo primero y cinco guardias civiles del Subsector de Tráfico llevan una hora en la carretera provistos de señalizadores luminosos, etilómetros digitales y decenas de boquillas atadas a la cintura. "El frío se aguanta, pero los días pasados de lluvia no han sido muy agradables", relata el teniente.

La Jefatura Provincial de Tráfico y la Guardia Civil invitaron a EL PERIODICO a presenciar in situ un control de alcoholemia en la N-521, a dos kilómetros de la ciudad, el pasado martes. A las 19.30 ya habían parado a unos 30 vehículos. La organización es milimétrica: unos regulan el tráfico, otros anotan estadísticas y el resto habla con los conductores, que colaboran diligentes, algo inquietos, mientras realizan un chequeo mental del coche (cinturón, luces, seguro, chaleco...) para asegurarse de que no les multarán.

"La gente colabora, se va concienciando del beneficio de estas pruebas para garantizar la seguridad", explica el capitán del subsector, Agustín Merino. Hay picaresca: algunos fingen que soplan pero no lo hacen (obviamente no cuela), otros dicen que controlan el coche a tope aunque superen la tasa, algunos intentan justificar por qué bebieron... Son anécdotas habituales, pero en el control del martes no ocurre nada, ni un positivo. Incluso hay quien aprovecha para preguntar a los agentes sobre el carnet por puntos.

A las ocho han pasado unos 40 conductores. Todos dan negativo. Sólo se registran dos incidencias: el tipo de la ITV y otro conductor que tampoco tiene el día y no lleva justificante del seguro.

"La sensibilización con el alcohol es cada vez mayor. Hemos notado un fuerte aumento de taxis los fines de semana, la gente contrata autobuses para las bodas, y lo más curioso, el sábado conducen muchas mujeres de madrugada. Ellas dan menos positivos en los test", explica el teniente Montes.

Son las 20.05. Los guardias siguen parando vehículos de forma aleatoria. "A veces los conductores nos avisan de que se aproxima uno ebrio. Los móviles son un gran avance", indica. Los agentes no suelen sufrir agresiones en los controles, "dos casos en cuatro años", recuerda.

A su lado, la jefa accidental de Tráfico, Cristina Redondo, y la jefa de servicio de Juventud de la Junta, Brígida Bermejo, siguen atentas los movimientos. Pertenecen al grupo extremeño de trabajo Juventud y Accidentes , que intenta paliar la siniestralidad, y toman buena nota de todo.

Hacia las 8.15 finaliza el control. De los 51 tests realizados, ninguno ha dado positivo. Lo mismo ocurre en el dispositivo paralelo montado en Plasencia, por donde han pasado 71 conductores. Los agentes se retiran: "Ha sido una buena tarde".