Como afecta a la línea de flotación de nuestros sentimientos (y eso son palabras mayores) y como es una fiesta de tan honda tradición y tan espectacular, no pueden con ella incluso aquellos maquiavélicos que quieren que pierda su identidad. Por eso es una fiesta de reyes, porque los más directamente implicados en la misma son los reyes de la casa.

Pero... ¿quiénes son estos reyes tan deseados y esperados? El único texto bíblico donde aparecen (Mateo 2,1-12) dice textualmente: «Vinieron a Jerusalén unos magos a preguntar a Herodes por alguien importante que había nacido, después de la conversación decidieron ir a Belén, encontraron al infante y le ofrecieron: oro, incienso y mirra».

O sea que no eran reyes, no sabemos si eran tres (bueno, podemos suponerlo si pensamos que cada uno le ofreció un regalo), no sabemos si eran hombres o mujeres, ni sabemos sus nombres, ni si dos tenían la piel blanca y el tercero negra. Entonces... ¿por qué los conocemos por sus nombres y por el color de su piel o por el de su barba? Y... ¿por qué decimos que eran reyes? Lo único que sabemos es que eran magos, y que ofrecieron al niño unos cuantos regalos un poco raros.

Javier y Miriam, que tienen siete años, me dicen que su padre y su madre les acusan que están siempre preguntando y que los aburren, pero ellos creen que los mayores preguntan más y que son muy desconfiados, no creen en nada que no vean. Su favorito de los tres reyes es Baltasar porque es negro, y lo más importante: les gusta muchísimo esta fiesta porque les traen muchos regalos, aunque, reconocen, que se trata de la noche que peor duermen del año.

Me han dicho también que este año tienen una preocupación especial porque como hay dos días seguidos de fiesta, les han dicho sus padres que seguro que hacen alguna salida turística, y ellos les han pedido que tienen que comunicarle a los Reyes Magos dónde van a estar, porque si la noche del 5 al 6 de enero ven que no hay nadie en casa, no dejarán los regalos, y eso no puede ser, por tanto creen que les van a decir que, por favor, no salgan. Esta es su mayor preocupación ahora.

A pesar de todos los interrogantes que de mayores podamos tener, dejemos que la ilusión, la esperanza y los deseos de paz que nos trasmite el niño que nace se hagan realidad entre nosotros.