Alfonso Lárazo y José Luis Amores son dos socios que desde hace 13 años se dedican a la instalación de persianas y toldos a través de su empresa Aljolus, ubicada en Charca Musia. Ellos fueron contratados por Isabel Mostazo y Jesús Castillo para la instalación de una terraza cubierta en la pérgola de la calle Jerusalén, junto al bar ‘Mi Romano’, que regentan en Nuevo Cáceres. Los hosteleros habían pagado sus tasas correspondientes en el ayuntamiento, tenían en principio todos los permisos, hasta que un técnico de Parques y Jardines dijo que aquello no era viable y que la terraza debe reubicarse. Hoy está previsto que un técnico de la policía acuda al bar y vea posibles soluciones. De momento, la terraza sigue paralizada.

Afectados en primera instancia son los hosteleros, pero también la empresa Aljolus. Uno de sus socios, Alfonso Lázaro, lamenta que «no hay una coordinación buena en el ayuntamiento con las terrazas. Esta es la tercera con la que tenemos problemas. Y el resultado es que o no cobramos o lo hacemos mucho más tarde. Siempre hay pegas de si hay que cambiar la ubicación, de que si es un terreno comunitario, de que si no se puede atornillar al suelo... Así no se agiliza el trabajo».

En el caso concreto de Mi Romano, Lázaro explica que la terraza tenía sus permisos, solo a la espera del definitivo, «que suele tardar mucho en llegar. No es normal que ahora salga el de Parques y Jardines a decir que no es viable. Falta coordinación. Nos están haciendo la pascua. No hago ni una más a no ser que me paguen por adelantado porque hemos tenido casos de que hemos tardado un año en cobrar».

Lázaro explica que a raíz del cambio de normativa también han adaptado muchas terrazas, especialmente para separarlas de los bordillos.

El empresario lamenta la situación de Isabel Mostazo y Jesús Castillo: «Es una pena, están arriesgando su dinero, están preocupados. Es injusto. Nos hemos decidido a hablar para que el ayuntamiento se dé cuenta de que se están produciendo daños colaterales, de que la ralentización de los permisos o los cambios de decisión sobre los mismos perjudica a otras empresas, en este caso a montadores como nosotros, todo es una cadena y hay que tenerlo en cuenta para el mantenimiento de nuestras economías». Tal como viene publicando este periódico hace tres días, el Bar Mi Romano tiene solo capacidad para cinco mesas dentro de su establecimiento. Una terraza techada le permitiría añadir nueve más, lo que salvaría a la empresa de los rigores del invierno pues aumentaría la clientela.