Los cacereños estamos de enhorabuena. En una jornada ejemplarmente cívica hemos repartido nuestros votos para dar lugar a un nuevo ayuntamiento. Esto no quiere decir que debamos olvidarnos de la gestión de los políticos y dejarles las manos libres hasta dentro de otros cuatro años. Es necesario que participemos en el gobierno a través de nuestras propuestas, de colectivos, de críticas también y del cumplimiento de nuestro deber de cuidar nuestro patrimonio. En las elecciones suelen ganar los partidos, pero en realidad quien ha ganado y con limpieza ha sido el PP y a él le corresponde gobernar. Como no se trata de una tarea fácil es de esperar que cuente con la colaboración de todos los cacereños de buena voluntad, que somos la mayoría.

A algunos servirá de consuelo el que hayan perdido dos concejales, pero dados los problemas que el PP ha tenido en los últimos meses y el natural desgaste de ocho años de gobierno, debe considerarse un éxito. Porque el objetivo de una lista es alcanzar la mayoría absoluta. Todo lo que sea superar ese listón será bienvenido, pero lo sustancial está en el mágico número 13. Es de suponer que los resultados de Badajoz, Cáceres y Mérida sean comparados con los de Floriano y no le auguren buenas noticias.

El PSOE, que hasta última hora confiaba en que la mayoría no fuera absoluta para tener una opción de gobierno, puede consolarse con la subida en votos. Y eso está bien si es un avance para próximos compromisos electorales, algo que no se puede asegurar a estas alturas y por lo tanto debe tomarlo como una derrota que, junto a los resultados de Mérida y Badajoz, comparados con los de Ibarra, deberá llamar a una reflexión que no se agota en el análisis de los nombres de los candidatos sino en la gestión de cuatro años de oposición, en la ausencia de actividad en las agrupaciones y en el olvido del trabajo en colectivos ciudadanos.

IU se mantiene con su electorado fiel, a quien no parecen afectarle acontecimientos ni los cabeceras de lista y no encuentra el modo de salir de ahí. Su protagonismo en la campaña contra la guerra no le ha proporcionado el poder que se suponía y esto puede conducir a pensar que ha alcanzado su techo electoral, pues ha desaparecido de ciudades importantes y en la Asamblea tampoco obtiene resultados que lleven al optimismo. Por lo que se refiere a Extremadura Unida y Población han sido los grandes perdedores. Ni el voto sentimental a los regionalistas ni el apoyo mediático conseguido de mil maneras les han proporcionado el 5% para obtener un concejal. Y además pierden la emblemática Calzadilla. No parece que el futuro sea muy halagüeño.