TEtl proyecto de reforma de la plaza Mayor de nuestra ciudad ha salido a información pública. Lo que suceda a partir de este momento nadie lo sabe. Es presumible que los gustos abarquen todas las posturas posibles porque si un edificio de Calatrava suscita polémica y diversidad de opiniones no debe extrañar que el proyecto de la plaza emblemática de una ciudad divida a la población.

Habrá quienes añoren la plaza de su niñez, con palmeritas, bancos y hasta tebeos. No faltarán los que prefieran que se quede como está, que para eso la hizo Saponi, mientras que otros exigirán su reforma porque la hizo Saponi.

Algunos optarán por añadir o quitar elementos al proyecto actual. Unos acercaran las terrazas a su establecimiento, otros las alejarán por temor al ruido. Y no faltarán ni el iluminado proyectista que diseña una plaza vanguardista, ni el que la devuelve a sus orígenes medievales.

¿Qué hacemos ahora con todas esas ideas? Porque no existe ningún reglamento que regule lo que se debe hacer con ellas. ¿Se somete a votación?, ¿Cuantos votos son necesarios para ser tenida en cuenta?, ¿Pasan al cajón del olvido?

Una plaza no debe ser lo que quiere un arquitecto, que por muy arquitecto que sea puede ser un paleto como lo demuestra la actual, sino lo que desea el pueblo. Pero las cosas han de hacerse bien desde el principio porque la si la participación ciudadana no se regula debidamente se queda en demagogia, que se vende muy bien pero que trae consecuencias indeseadas.