El ayuntamiento proyecta abrir varios aparcamientos subterráneos con la intención de solucionar el tráfico de Cáceres. Vana ilusión, porque los conductores no estamos por la labor. Cada conductor necesita un aparcamiento delante del bar en el que toma café, delante de la casa de su abuela, delante del estanco y delante de su lugar de trabajo.

Además, la proliferación de nuevos polígonos residenciales, relativamente alejados del centro de la ciudad, lleva más autos al cogollo y al extrarradio de Cáceres. Los servicios de autobuses urbanos no parecen solucionar el tema, bien porque las líneas necesitan una nueva programación de las paradas, itinerarios y horarios, bien porque no estamos educados para utilizarlos.

Se proyecta uno en la avenida de Virgen de Guadalupe. Una obra innecesaria. En primer lugar porque está construyéndose otro a escasos metros. En segundo lugar porque el centro comercial que se dice que abrirá en las proximidades suele hacer el suyo. Claro, que si se lo damos hecho, todos hacemos negocio.

Mientras tanto el personal, y algunos ediles, piensan que el lugar idóneo es el paseo de Calvo Sotelo, pues los problemas de tráfico que se originarían durante su construcción pueden paliarse y sería mucho más eficaz que el proyectado en la plaza Marrón, que cuenta con el inconveniente de su difícil acceso y su no menos difícil salida.