Cáceres tiene su particular efecto llamada que corre de boca en boca entre los inmigrantes. "Aquí no hay tantas colas para pedir el permiso de residencia y trabajo; los trámites son más rápidos", explica Faustin Mbakop, responsable de una de las asociaciones que más apoyo presta al inmigrante, Asterix. Esa es la razón de que el número de peticiones se haya disparado en dos años, según Mbakop, puesto que muchos sin papeles viajan a Cáceres desde otras regiones para solicitar su permiso, y luego se marchan. Los datos facilitados ayer por la Oficina de Extranjería de la Subdelegación del Gobierno en Cáceres así lo revelan: las peticiones han crecido un 34% desde enero del 2002.

Un buen número de estos solicitantes proceden de otras provincias, especialmente Murcia, según la propia Subdelegación. La oficina registra una entrada media de 650 expedientes al mes. "Sólo un 30% de los solicitantes consiguen el permiso, porque pocos inmigrantes cumplen las exigencias de la actual Ley de Extranjería. Tienen que tener un contrato de trabajo y retornar a su país de origen para pedir un visado. No se atreven a regresar por miedo a no volver jamás a España", indica Mbakop.

Los datos del Ministerio de Trabajo revelan que en la provincia había 11.019 extranjeros hasta junio con tarjeta de residencia en vigor. Un porcentaje muy elevado, el 75%, procede de Africa, especialmente de Marruecos (8.065). El 11,4% vino de Europa, el 11,1% de Sudamérica, y sólo un 2% de países asiáticos, como principales lugares de origen.

La asociación Asterix calcula que en la capital cacereña viven actualmente entre 4.000 y 5.000 inmigrantes, de ellos unos 1.000 en situación ilegal. "Este número no es elevado porque la ciudad apenas ofrece salidas para los extranjeros que carecen de papeles, salvo las tareas domésticas. Los hombres suelen marcharse a las zonas agrícolas, donde encuentran su principal recurso", explica Faustin Mbakop.

El responsable de Asterix, asociación creada para respaldar al inmigrante y fomentar la concienciación social, afirma que el 80% de los ilegales tienen un empleo. "Sobreviven con su propio esfuerzo, salen adelante como pueden, pese a la mala imagen que acompaña al extranjero".

EXPLOTACION La situación es más bien la contraria. Según Mbakop, los sin papeles se convierten habitualmente en víctimas: "La mayoría de las mujeres trabajan de asistentas; en Cáceres hay muchas sudamericanas cubriendo estos puestos. Hace días nos pedía ayuda una inmigrante porque estaba interna, trabajaba casi 24 horas al día y su sueldo no alcanza los 600 euros. No puede dejarlo porque mantiene a su familia. Los casos se repiten", lamenta Mbakop.