El peligroso estado en el que quedó un obrero, atrapado en una zanja por un corrimiento de tierras provocado por las lluvias, mantuvo ayer en vilo a los servicios de emergencia de la ciudad.

El difícil acceso al pequeño espacio en el que quedó el cuerpo de José Mariscal y la gran cantidad de tierra y piedras acumuladas a su alrededor hizo que a los bomberos les costara dos horas y media de trabajo continuo el poder rescatarle. Trabajaron sin descanso, pues el temor a nuevos desplomes fue constante, reconoció tras el rescate Javier Gutiérrez, jefe de guardia de los bomberos que intervinieron. "Ha sido un accidente poco habitual y un rescate realmente difícil, pero el herido ha estado muy tranquilo y esto es algo que ayuda mucho en nuestro trabajo".

Pero la lluvia dio un respiro, pues pese a haber estado todo el día lloviendo paró cuando se inició el rescate, y finalmente todo culminó con éxito. El obrero, que estuvo en todo momento consciente, parecía no sufrir daños graves y solo se temía por su pierna izquierda. Una vez en el hospital se confirmaría que no había fractura, "solo tiene unos rasguños en la pierna", señalaba a última hora de la noche, y visiblemente feliz, uno de sus jefes. "Le mantienen en observación por confirmar que el aplastamiento que ha sufrido no le ha causado daños en el riñón, pero nos han dicho que posiblemente le den el alta esta misma noche".

HORAS ANGUSTIOSOAS El trágico suceso ocurrió en la obra de construcción de un chalet que la empresa Fornoex S. C., de Coria, está realizando en el número 6 de la calle Aries, en el R-66. José Mariscal, de 48 años y vecino de Arroyo de la Luz, trabajaba con otros dos compañeros en las tareas de cimentación que en estos momentos se están realizando cuando ocurrió el accidente.

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde. Llovía --lo había hecho sin parar durante todo el día-- cuando apreció que en la zanja que separaba el muro de la construcción y el acerado estaba entrando mucha tierra "y se metió en ella para sacarla cuando de repente hubo un corrimiento y el acerado se le vino encima", señaló su compañero Ladislao. Visiblemente preocupado y pendiente de las tareas de los bomberos añadió a este diario: "Le oí gritar y acudí corriendo para ayudarle a salir, pero ya era imposible, estaba aprisionado y no se podía mover porque tenía un pie atrapado".

Se dio la alarma y de forma inmediata se personaron en el lugar tres patrullas de la policía local, dos dotaciones de bomberos y una ambulancia del 112. También se trasladó a la zona una grúa, que finalmente no se pudo utilizar. Ante el pequeño espacio en el que José se encontraba, todo hubo que hacerlo a mano y con pequeñas palas, unas tareas en las que participaron activamente 10 bomberos, ayudados por numerosos agentes de la policía local y los compañeros del herido.