El dicho "Dios aprieta, pero no ahoga" bien podría aplicarse a San Pedro de Alcántara, otra de las parroquias que se fundó en 1958 con solo un nombre, un párroco --José Polo-- y unos límites sobre un mapa. Sin embargo, tras la valentía de afrontar una reforma necesaria de 482.000 euros, se ha topado con una herencia de 240.000 legada por Paula Pulido, maestra de su feligresía, que ha rebajado el coste a la mitad. El resto, eso sí, lo pagan entre todos.

Porque en realidad la parroquia no tuvo templo hasta que en 1965 el instituto El Brocense le permitió usar su capilla. Y aun así, esperó a su cesión definitiva en 1996 para poder plantearse una reforma que ya se hacía precisa. "Comenzó en el 2001 y consistió en una nueva cubierta, saneamiento, más salas de reuniones, presbiterio, vidrieras artísticas del maestro zamorano Javier Lozano y poco después una portada en pizarra natural", explica el párroco actual, Juan Gómez Solís. Su zona de influencia, ya en pleno centro, abarca a 6.000 residentes.